sábado, 28 de febrero de 2009

Capítulo tres: nubes de caramelo

Hay momentos en que simplemente uno no quiere hacer nada.
Hoy encontré que mis ojos se habían posado sobre una zona de pasto verde enmarcada por árboles. En relativa paz y armonía.
Nada de gritos cacofónicos. Nada de glándulas de importancia relativa. Nada de vehículos de apariencia imponente.
Hoy era el verde.
Y, caminando hacia ese verde, me encontré con que la plaza terminaba súbitamente. Y con ella mi paz.
¿A dónde ir? hoy no quiero urbanidad.

En ese momento recordé una canción que llevaba adherida a mi espalda ya varios meses.

"Aniway, I can try anything
is the same circle that leads to nowhere...
and I'm tired now"

Y súbitamente comprendí su significado. O al menos le encontré uno.
Es en estos días en que uno se ahoga bajo el peso del tiempo, en que acaba dándose cuenta de esa cosa tan curiosa...

...y es que, de todas formas, podemos intentar algo. Podemos intentar lo que sea. Pero en estos días, da igual que intentemos, siempre es el mismo círculo que no lleva a ningún lugar.

Mi mas sincero deseo era dejarme caer sobre el pasto, como una muñeca de trapo. Dudaba que mis piernas fueran a sostenerme mucho mas.
Retiré una imagen de mi mochila... una foto... y fui feliz contemplándola durante unos instantes. Hasta que una ráfaga de viento la arrancó de mis manos. Sería conveniente evitar los minutos que precedieron a esa ridícula escena. Un muchacho persigue un trozo de papel.

Es en estos momentos en que me siento y busco algo que hacer. Y recuerdo esa canción. Siempre esa melodía que habla sobre no tener ganas de nada.
El interior de mi mochila me sonríe, pero realmente... I'm so tired now.

La imagen de mi mochila, ahora a salvo en ella, continúa sonriendo. Y yo pienso en la cantidad de cosas que me gustaría decirle. En la cantidad de sonrisas que me gustaría susurrarle al oído para que solo esa persona me oiga y nadie mas.

Lo nuestro es algo intangible.
Y a veces siento que no tengo fuerzas para seguir.
Toma y mano y sostenme en este momento.
Siento que estoy tan cerca de resbalar hacia el fin.
Toma mi mano y sostenme en este momento.

Cada nuevo día trae consigo una lluvia de sal.
Cada nuevo sol que se levanta por sobre sus hermanos...
lleva consigo el peso de mis lágrimas.

Y por mas que aquellos sueños interminables...
se hagan realidad una y otra vez.
Por mas que no encuentre tu rostro, salvo entre las nubes...
Por mas que mi corazón se inunde y se ahogue en sus propias cavilaciones...
Yo se que tengo la fuerza suficiente para sonreirte una vez mas.

¿Deberé dejarme caer sobre el viento...
y confiar que me lleve hacia tus ojos?.
¿O es que en el llanto del peregrino...
reside la llave de nuestro futuro?.

domingo, 22 de febrero de 2009

Capítulo dos: Shhhhhh..........

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Le interesaba mucho ver como quedaría esa linea de puntos cuando acabara el capítulo.

Capítulo 1: La estatua durmiente

Se acomoda un poco mejor en la silla, dándose cuenta (amargamente) de que necesita ir al baño. Decide postergar eso para mas tarde. Finalmente la inspiración lo agarró trabajando.
D:\Yann Tiersen\L'Absente\La parade
La música se desliza desde sus auriculares hacia sus oídos. "Nobody is here for now". Piensa que es verdad.
Piensa tantas otras cosas. Piensa en cuanto le gusta escribir en tercera persona (Quizá por su timidéz). Piensa en que aún tiene hambre. Piensa en ella.
Claro, era inevitable. Piensa en ella. Después de todo... ¿No piensa siempre en ella?. Cuando oue alguna canción que le recuerda. Cuando hecha un largo vistazo al cielo, permitiéndose perderse entre las nubes. Cuando respira, practicamente.
Se había llegado a cuestionar si el pensar tanto en ella no sería un síntoma de... neurosis. Se había dedicado a analizarlo a fondo. Pero acabó descubriendo que simplemente le agradaba recordarla. Recordar el contorno de sus ojos ligeramente desenfocados. La forma en que su boca se torcía al sonreír. Sus cabellos. La forma y estatura de su cuerpo.
Sonrió amargamente. Planeaba escribir sobre si mismo y había acabado escribiendo sobre ella.
Pero... ¿Era posible separar ambos conceptos?. Claro que si, y a la vez Claro que no.
Arrastró toda la carpeta al reproductor de Winamp y dejó que sonara a su gusto.
Un movimiento introductorio llenó la habitación de perfume.
Si, era lo que necesitaba para el primer capítulo de su pequeño proyecto: un movimiento introductorio.
Tarararaaara-rararaaraararaaaa....
Se secó las manos ligeramente sudadas en su remera y continuó.
¿Por donde empezar?.
Bueno, recordaba una frase de esa película que tanto le gustaba llamada "Fight Club".
Si, esa que decía "Durante mucho tiempo no pude dormir".
Era algo que le preocupaba. No, no el no poder dormir. Dormía bien, y a veces demasiado. Despertarse a las 1 p.m le molestaba muchísimo. Amaba la mañana.
No, lo que le preocupaba era el comer.
Se detuvo un momento para dejar caer unas notas de piano sobre su cabeza.
Continuó: lo que le preocupaba era que cada vez tenía menos apetito. Aquellos momentos en que sentía mucho hambre pero no tenía apetito. Aquellos momentos en que se obligaba a comer y comenzaba a sentir nauseas. Todo aquello le preocupaba. Y todo aquello había empezado hacía pocos días.
¿Qué opiniones había recibido?.
De ella: Anorexia. Pero en realidad ella solo bromeaba. Ambos sabían que él no se preocupaba por estar o no estar gordo. Ni por su apariencia física.
De su madre (que había notado lo poco que comía): Anemia. Eso era algo a lo que se le podía prestar atención. Pero no notaba los síntomas típicos de anemia. Se sentía activo.
De él mismo: buscá en internet, che, no vayas todavía al médico.
"Pérdida de apetito causada por:
· Nerviosismo
· Soledad
· Estress
· Cansancio
· Aburrimiento
· Agotamiento
· Ansiedad
· Pérdida de un ser querido
· Depresión"

Esa era la página que mas le había gustado.
"¿Tenés alguno de esos síntomas?", Se había preguntado a si mismo. Y había acabado por sacarle la lengua al monitor.

Pero esas cosas no eran tan graves. Después de todo... peor estaban aquellos que querían comer y no tenían como. ¿No?.

...¿no?...


Comptine d'un autres L'Apres
Amaba esa canción.
Recordó una ocasión en que el profesor de historia (vease: Baiz) había pedido que lleven música de su gusto a la clase. Él había llevado esa melodía de piano.
¿Como diría el Nono?.
"Mamma miiiia, ¡eh!"
Si, fue algo asi.

Se obligó a buscar algo para escribir.
A fin de cuentas...
...¿no era ese el primer capítulo?.
¿Y ya se estaba acabando sin ideas?.
No, no era eso. Era que simplemente no sabía por donde empezar.
Y un poco de eso se debía a que no sabía bien lo que quería escribir.

Recordó que dentro de poco volvería a la rutina. Y eso lo haría ver cosas nuevas.
Las vacaciones le estaban cayendo pesadas. Solía sentirse un poco agobiado dentro de ese hogar, por lo que salía siempre que podía. Le agradaba estar solo. Y al mismo tiempo le resultaba muy triste.
Pensó en ir a... no, esperá, Tin, son las 1:14 A.M, ¡Ni se te ocurra!.
¿Mañana?.
Tampoco.

En ese momento comenzó "Summer '78". Música mas adecuada, imposible.
Recordaba esa casa con olor a hogar en la que había sido tan feliz y en la que había pasado innumerables noches.
Todo esto había desaparecido.
Una casa que se sostenía sobre dos columnas.
Una de ellas había caído subitamente una tarde. Una tarde soleada... y fea.
La otra... la otra había permanecido en pie, pero se desquebrajaba por dentro.
Finalmente él le dio una patada y la feliz columna cayó.
Nunca más violvió a esa casa.

¿Qué decía ella?.
Que debía encontrar nuevos amigos.
Pero no quería nuevos amigos... ni tampoco se imaginaba con nuevos amigos.
Aún asi, él sabía que el hecho de andar por ahi de la mano de si mismo, solo porque había perdido la companía de sus dos grandes amigos, era tonto. La vida sigue. La gente viene y va.

Dentro de poco retomaría sus actividades.
La escuela, el conservatorio, scoutismo.
Todo aquello que le hacía sentir un poquito mejor. Y que lo arrancaba de esa vida monocromática.
Aunque eso lo mantendría ocupado durante mucho tiempo. Necesitaba tiempo para si mismo. Y también para ella.

Ella era la que hacía sus días un poco mas soportables, a veces sin saberlo.

¿Como la había conocido?.

Lo recordaba perfectamente bien.

Ese día no había prestado atención a lo que, sin duda, se convertiría en una de sus aventuras mas vertiginosas y agradables.
Habían pasado por tanto juntos... peleas, risas, llantos. Por ella había pasado noches sin dormir, ya sea sonriendo o llorando.
Recordó aquél cumpleaños suyo en que creyó que ya no la volvería a ver. Que solo sus mejillas mortalmente pálidas le recordarían la sombra de aquello que fue.

Y ahora...
...y ahora "la cosa" se había "puesto peluda".

Baja autoestima.
Siempre.
Siempre había tenido baja autoestima.
Y eso había hecho las cosas dificiles. Porque nadie puede soportar a alguien con baja autoestima durante cinco años. Menos si se lo ama.
Pero a fin de cuentas... ¿no seguía ella allí?.
¿No seguía él allí?.

Claro, la cosa se había puesto ridiculamente peluda, si.

Notó como una lágrima se deslizaba por su mejilla. Querer tanto a alguien... era tan lindo.

Notó una punzada de hambre. Pero no quería comer.
Diablos, ¿Porqué no?.

Porque no. Y ya. No hagas preguntas.

viernes, 20 de febrero de 2009

I think, therefore I realize

Quizá nunca alcancemos ese instante obtuso y desesperante en el que logramos saber que nos depara el futuro.
Con un poco de suerte la vida siempre acabará trayéndonos una nueva sorpresa.

A veces siento que la música que compone mi vida se acelera de forma muy suave y es en esos momentos cuando simplemente quiero dejarme caer y escucharla.
A veces ocurre una distorsión en el tiempo:
Estoy lejos de casa. Un chico que ha nacido el 12 de octubre de 1991 se encuentra a varios kilómetros de casa. Súbitamente todo se encadena para traerle un recuerdo. El vuelo de las aves, el olor a hierba, el color del cielo, las lágrimas que intentan escapar de sus ojos. Todo le recuerda a una chica que ha nacido a miles de kilómetros de donde él está en este momento, un tres de agosto de 1992. Y sentándose en un banco se pregunta porqué esa fecha le causa tanta ternura.
Todos acabamos comprendiendo que lo que denominamos comúnmente como "cumpleaños" es la celebración de aquél día en que nacimos.
En un hondo suspiro él celebra silenciosamente aquél tres de agosto.

De un instante a otro las cosas se desencadenan, y se rompe una cruel monotonía.
La noche cae para revelar los recuerdos y los besos que vuelan buscando su destinatario.
¿Qué pasaría si dos personas se proponen a quebrantar todas las reglas habidas y por haber?.
¿Qué pasaría si dos personas se proponen lanzar una moneda al aire pero ignorar de que lado cae?
¿Que sucederá cuando esa antigua singularidad que goza de oprimir el pecho sea simplemente cosa del pasado?.

¿Pero que pasaría si todo esto se detiene ante el avance de la razón y un orden estipulado para encadenar los labios?.
¿Qué pasaría si los mas maravillosos cuentos de hadas son solo una lisonja de lo que nadie puede lograr?.
¿Podría ser entonces que dos personas entrelacen sus manos y rompan el espejo que refleja su propia soledad?.

lunes, 2 de febrero de 2009

La rûe

Cuando entré a la biblioteca, supe que quizá habíamos llevado todo demasiado lejos.
Corrí entre las estanterías, oyendo una melodía desesperada que subía y bajaba. Una melodía sin sentido, como si alguien intentara suicidar a la música misma.
Tras un largo pastillo lo vi, de pie junto al piano. Me acerqué sin saber que esperar, con Laurent siguiendo mis pasos.
Al llegar a la pequeña estancia, la imagen que se desplegaba ante mis ojos era aterradora.
Efectivamente era él, con un violín entre sus dedos, encogido como un animal herido, tocando enloquecidamente como si no hubiera cordura posible que pudiera calmar su angustia. Su música era indescriptible, sentí que podría enloquecer si intentaba comprender.
Avancé unos pasos hacia él, Laurent me tomó del brazo, impidiéndome proseguir.
- No te acerques... mira- susurró, como si temiera interrumpir al músico.
Escruté su rostro... en tanto su cuerpo se sacudía angustiosamente, por sus mejillas rodaba una cascada de lágrimas. Lloraba. Estaba llorando.
La música comenzó a volverse mas rápida y mas desesperada, cada segundo que transcurría su angustia aumentaba, podía sentirlo perfectamente, podía verlo en su cuerpo.
- Si no hacemos algo rápido...- comencé, sin saber como acabar esa frase.
Mi voz pareció despertarlo de su sopor, suavemente abrió sus ojos inundados en lágrimas y me dirigió una mirada que no supe como interpretar. No sabía si era una mirada de reproche, o si me recordaba que me quería, o si me declaraba un odio eterno, o simplemente confesaba un odio hacia si mismo.
Subitamente su mano se aflojó y la melodía acabó de forma descontrolada. Dejó caer su brazo. Depositó con suavidad el violin sobre el piano, junto a él, y cayó desprolijamente entre los libros.

viernes, 30 de enero de 2009

Deep silence

- No hay gran diferencia entre la hierba y el mar- pensé en voz alta.
Me encontraba encaramado en lo alto del muro que rodeaba al monasterio. Un viento intenso y agradable soplaba golpeando mi cara y agitando mi manto. El olor del incienso aún adherido a mis ropas, entonaba una dulce sonata al compás del séfiro.
El sol comenzaba a ocultarse, cercano a rozar sus labios contra el horizonte. Solté un profundo suspiro, que se confundió entre el viento y desapareció hasta morir.
- ¿Qué te hace pensar eso?- murmuró una voz suave a mis espaldas.
No fue necesario voltearme, conocía demasiado bien aquella voz tierna y cariñosa, inspiradora de confianza, como para creer necesario el escrutar el rostro que la acompañaba.
Aplacando la alocada danza de mi manto con una mano, estiré la otra hacia abajo. Noté como una mano amiga la estrechaba con fuerza y la usaba de sostén para subir al muro. Un aroma suave y hogareño acompañaba al muchacho que, con cuidado, se sentaba a mi lado.
Cerré los ojos durante un momento, intentando plasmar aquellos detalles en mi memoria. Su sonrisa cálida y afectuosa, el contorno de su rostro, sus ojos atentos, escrutando el horizonte. El rostro de un amigo valía mas que la luz de mil soles.
- Mirá como se agita la hierba, allá abajo- dije, en respuesta a su pregunta, señalando hacia la larga hierba que crecía en los campos que rodeaban al monasterio.
Nos asomamos para contemplar mejor como la hierba danzaba al viento.
- Me recuerda tanto a las olas del mar- murmuré.
Sin poder contenerme un segundo mas, volví a suspirar. El sol había alcanzado por fin el filo del horizonte, y ahora moría en un abrazo eterno, sangrando a la vez que la noche se extendía como un amante por sobre el mundo.
- Puede ser...- murmuró, asintiendo con la cabeza.
Le miré de reojo por un instante, el pelo comenzaba a crecerle nuevamente. Me pregunté si lo mismo me estaría sucediendo a mi.
- ¿Cuando fue la primera vez que nos sentamos acá?- preguntó distraído.
Intenté concentrarme, apartar mi mente durante un momento del enternecedor espectáculo que ofrecía la muerte del sol.
- Hace ciento trece años- dije, por fin.
Nos miramos durante unos segundos, para estallar en carcajadas.
Intentando no caer, refrené mi risa y me incorporé. Podría caminar media hora antes de que la forma de los muros se volviera insalvable.
- ¿Vas a caminar?- preguntó su voz, alsándose por sobre mis pensamientos.
- Me apetece un poco mas volar. El viento es demasiado tentador- reconocí con una sonrisa.
Me voltée para verle abrir la boca, pero todo cayó a pedazos en ese instante.
Abri mis ojos, notando como comenzaban a llenarse de lágrimas.
El monasterio había desaparecido.
Mi manto se había volado tras un cruel viento que olía a desesperación.
Miré mis manos... el mudo recuerdo de la piel joven.
A mi alrededor... una imagen de mis ojos, rota en mil fragmentos, me miraba burlonamente.
En mi mochila reposaba una carta que jamás había entregado.
La contemplé durante unos instantes.
A sabiendas de que ya no podría volver al monasterio, dejé caer una lágrima sobre el papel blanco inmaculado. Todas mis emociones contenidas en una lágrima. Todas mis lágrimas contenidas en una emoción.
Suspiré, sin poder contenerme. Incluso los suspiros habían cambiado. Como vidrio molido, enceguecían mis pulmones.
No me molesté en buscarlo con la mirada.
No me molesté en tender una mano que nadie necesitaba.
No me molesté en apreciar el mudo sacrificio del sol, porque apenas pasaba del mediodía.
No me molesté en volver a pensar en como sería si...
Simplemente no me molesté.
A lo lejos veía pasar una figura distante. Definitivamente había despertado.

lunes, 26 de enero de 2009

La chute

Respira hondo.
Una...
Dos...
Tres veces.
Nada cambia, vuelve a respirar y los labios comienzan a temblar desconsoladamente. Mordiendolos nota como las lágrimas bajan por sus mejillas.
Intenta llegar hasta su cama, pensando en que jamás lo logrará. Finalmente se hecha sobre un huracan de mantas y promesas vacías. Cae sobre el colchón de cualquier manera y su cara se contrae mientras un torrente de amargura emerge, sumiendo el mundo en un aroma salado.
Busca posibles soluciones.
Hacer algo de té.
Escribir un poco.
Dibujar.
Llorar un poco mas, esperando sentirse mejor.
Nada parece lo suficientemente bueno como para atenuar la amargura que se revuelve en su interior.
El pequeño reloj digital de la mesa emite un pitido. Doce de la noche. Teoricamente un nuevo día comienza.
Estira la mano y atrae el reloj a su cara. Entre las lágrimas que empañan sus ojos puede ver que, irónicamente, marca "12/10/08"

- Feliz cumpleaños- se susurra a si mismo.

Deposita el reloj nuevamente sobre la mesita de luz abarrotada de libros y deja caer su brazo. Las lágrimas ya no salen. Todo es tan triste que las lágrimas ya no salen.

Subitamente las cosas dejan de ser tristes para convertirse en algo mas. Algo que no sabe distinguir.
Se sienta en su escritorio, toma una lapicera de tinta negra, gastada. Una hoja en blanco.

"Feliz cumpleaños, Martín… bienvenido al primer día de tu muerte.
Soy la desesperación de Martín, soy el miedo latente que espera por emerger en un grito.
Soy el corazón de Martín, me detengo y mato a Martín. Literalmente, la vida biológica de Martín está en mis manos.
Soy el cáncer de colon de Jack…

Soy el suspiro torcido de quien no sabe como llorar.

Empiezas tu cumpleaños de la forma más rara posible.

La piedra increíblemente inestable se sostiene sobre una base pequeña, y por eso es increíblemente inestable, y es como muchas cosas….
…cuando menos lo esperas sea cae.
No te das cuenta, casi no lo ves, cae aplastando tu carpa, y suerte si no estabas dentro, que te vaya bien, ya no tenés carpa.

Soy el labio inferior de Martín… Martín me muerde porque se siente mal.

Me voy y vuelvo, nadie se da cuenta, los rollos cambian y la película sigue, nadie lo nota. Poné algo en ese instante muerto y nadie lo va a ver.
Poneme a mí en ese instante muerto y nadie me va a ver.
Poné una lágrima en ese instante muerto y nadie la va a ver.
Querés volver, pero no podés… y eso no te importa, te sientes mal.

Quiere que jueges básicamente, pero tu no puedes, hay algo que no está enlistado en la enciclopedia… hay algo que no existe… recorre el mundo y pregunta a los niños qué quieren ser de grandes. Hay algo que recorre el mundo y nadie sabe que es. Nadie lo ha visto.
Y si nadie lo ha visto, nadie lo amará.

Y si nadie lo ha visto, nadie lo recordará.
Salvo un grupo de niños que notan que Algo está semioculto tras tres árboles que crecen haciendo un cerrado triangulo. Un grupo de niños que ve a Algo llorando, y lo invitan a jugar a la pelota.

“Algo flyes away, dreams the world, far away… in this cruel children’s game, there’s no friend to call your name”.

Soy el sentimiento de Algo, que se manifiesta en una pregunta:

¿Porqué?"

Deja caer la lapicera. Intenta a recordar los sucesos de aquella noche.
El viento se levanta, agita las cortinas, la caja vacía del violin cae y se abre... y susurra toda la verdad.
Las imágenes danzan en torno suyo.
No puede recordar nada de lo que sucedió aquella noche.
Una melodía de piano entrevuela por sobre las emociones perdidas, destinadas a aquellos que se han librado de una noche mas de insomnio, abrazados bajo las mantas.
Las notas se superponen unas a otras, no dejan espacio al silencio, nada es tranquilidad, nada es posible sin un breve instante de silencio. Nada.

- Vos imaginate que la persona que mas amás muere en tus brazos- le susurra a la luna, lunita sonriente mas allá de su ventana.
- Vos imaginate que la ves morir y no podés hacer nada al respecto-


"A veces me gustaría que te imaginaras un mundo en que el amor puede formar puentes un poquito mas largos. Es un puente por la mitad. Un puente que no lleva a ningún lugar. Un puente sin acabar. Un puente que se detiene a la mitad del vacío. Un puente que no lleva a ningún lado" escribe.

Subitamente su mano tiembla incontrolablemente y lanzando un feroz grito de angustia tacha todo lo escrito, y asi sigue hasta destrozar la hoja y manchar el escritorio de tinta.

Se deja resbalar poco a poco de la silla hasta que cae el suelo. Ahí se queda, abrazandose las piernas. Soñando con aquellos abrazos de caramelo que sobrevivían a toda angustia. Recordando aquellas noches en vela en que, susurrando, le confesaba que sus ojos eran capaces de borrar todos los problemas de este mundo.

Suelta un hondo suspiro. Se levanta. Quizá le venga bien un poco de té.

jueves, 22 de enero de 2009

Canción de cuna

- ¿Has oído alguna vez una melodía que fue escrita y olvidada?- preguntó él, sin rodeos.
La delicada muchacha no le quitaba la vista de encima.
- Creo que no, ¿Cómo es eso?-
- Hace mucho un compositor enamorado compuso una canción de cuna-
- Hmm...- reflexionó, inclinando su cabeza, con lo que una cascada de cabello cayó, tapándole el rostro.
- Para la persona que amaba, ¿ves?- el pianista se arrebujó más aún en su abrigo negro, y se sentó junto al piano.
- ¡Qué romántico!- susurró Claudia.
- Supongo que todos necesitamos, a veces, de alguien que nos abrase al dormir-
- La figura de una madre-
- Madre hay una sola... pero por alguna razón la figura de un amor también es importante- asintió el pianista, distraído. Se levantó y caminó unos pasos siguiendo la delicada línea de las paredes. Su rostro sin afeitar conservaba fugazmente los rasgos de su juventud, y su largo abrigo oscuro se deslizaba entre sus piernas al caminar. Se apoyó en la pared, entrelazando sus brazos sobre su pecho que subía y bajaba suavemente al compás de su respiración.
Claudia apartó su mirada de aquél hombre de cabellos azabaches y andar distraído, se concentró en el piano.
- Me hablabas sobre una canción de cuna- le recordó.
El pianista sonrió, esbozando ese gesto suyo tan característico al cual Claudia no podría haber calificado como una sonrisa sincera, pero mucho menos como una sonrisa irónica. Era como si un poco se burlara de si mismo y reconociera haber dejado una buena historia por la mitad.
Se incorporó y caminó unos pasos hacia una silla, ubicándose algo mas cerca del piano y de la muchacha.
- A veces uno no sabe si se sincera consigo mismo o con otra persona- murmuró, un poco como si hablara solo.
Claudia permaneció en silencio, a la espera de que el pianista continuara.
- En fin, las pasiones humanas son un misterio. Este hombre compuso una canción de cuna porque recordaba las noches en que había sido feliz. El simple hecho de querer susurrarle un "te quiero" a la persona que amaba, y no poder. El hecho de no poder desearle buenas noches y besar sus mejillas-
- Entonces también compuso para si mismo- asintió Claudia, comprendiendo por fin.
Ambos permanecieron en silencio durante unos instantes. La muchacha reflexionaba sobre la historia, y el pianista solo deseaba un momento de silencio. "La música también tiene silencios", pensaba.
- Dime- murmuró la muchacha, apartando el cabello de su rostro. Se inclinó hacia el pianista. - ¿Alguna vez te has enamorado?-
Levantó la mirada y soltó una breve carcajada.
- No lo se...- reconoció por fin.
La muchacha se dio vuelta, un tanto ofuscada.
- Si no quieres responder no tienes porqué hacerlo-. Unos segundos después sintió el tacto frío de una mano sobre su mejilla.
- De nada sirve que preguntes algo cuya respuesta no estás dispuesta a creer- le reprochó el pianista, suavemente.
- ¿Entonces realmente no lo sabes?-
- Eso he dicho-
- Lo que dices no tiene sentido-
- Vamos a ver...- murmuró, estirándose en todas las direcciones posibles. Se incorporó y empujándola suavemente la obligó a levantarse y cederle la silla del piano.
- Vamos a ver- repitió, pensativo - Si yo toco la canción de cuna de la que te he hablado, ¿Serás capaz de juzgar por ti misma y encontrar la respuesta a tu pregunta?-
Claudia asintió, pensativa.
Observó como el pianista cerraba los ojos durante unos segundos. Luego comenzó a interpretar una melodía de porte misterioso. No parecía en absoluto una canción de cuna, pero sin duda la delicadeza de los matices encerraban la sombra de un amor profundo y un afecto tan delicado como el trino de un pájaro.
Se deslizaba por la habitación como si se tratara de la esencia de la vida misma, como si una lágrima gritara palabras de amor al cielo.
Tras acabar, ambos permanecieron en silencio. Nada rompía esa delicada y encantadora ausencia de sonido.
Claudia levantó la mano y la pasó suavemente por sus ojos. El pianista sonreía complacido.
- Es hermosa, ¿Tu la has compuesto?- quiso saber la muchacha.
Pero el pianista sencillamente ya no estaba allí.

martes, 20 de enero de 2009

Solitude

Es raro sentirse solo.
Es como si de repente el aire se acabara, pero uno siguiera respirando.
Es como si la melodía de un piano se acelerara y se desacelerara constantemente.
El pianista está muriendo, se está ahogando en sus lágrimas.
El pianista no sabe como llorar, es inexperto y por eso se ahoga en sus lágrimas.


Y ahora, para sacarme de encima las cosas que siento, vamos a tener un gran inchastre de Felix por todos lados:

SAHDAKSDJKASHDKJASDHJKLASHFKJLSDHFLKJASHFLKJSDFHKLSJAFHSAJKDFHSAKDJFHSAKJHFSKJLFHKSJLFHKSJLADHFKJSADHFKSJADFHSKLJDFHSDKJLFHSAKDJFHSALDJFHASKDJFHAKJWHFAJWHUASHNCFJKWHFJKSHFJKDHFJKSHDJKAHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAADLKJASLKDJALKSJDALKSJDLASJDKLA

Creo que hise mierda el teclado. Nah, está perfecto. Creo que lo que quedó hecho mierda fui yo. ¡Pero como me descargué!.

viernes, 16 de enero de 2009

Comptine d'un autres l'apres

Somos lentamente una hoja de papel que se va desdoblando, y si tenemos cuidado podemos evitar quedar echos un bollo.


"Yo quisiera que te imaginaras un mundo en el que podés cortar un pan en pedazos sin que se queje" - Julio Cortazar (Mas concretamente: Horacio Oliveira) -

Mirá, yo también quisiera que te imaginaras un mundo en el que los atardeceres son poco mas que una lágrima anónima. A mi me gustaría un poco poder aflojar las piernas y caerme al suelo, pero no encontrar pasto al final de la caída, sino un poco mas de caída. Pero nada de círculos, hoy no estoy para círculos. Hoy no estoy para círculos. Hoy no estoy.
Hoy no...


"Los que están en el aire pueden desaparecer en el aire" - Charly García -

Ay, che, no te ofendas, pero yo le encuentro un significado propio, ¿puedo?. Uno mas personal.
Ponele que es un poco egoísta, pero hay momentos en que nesecitamos pensar en nosotros mismos.
Hay momentos en que uno se tiene que abrazar a si mismo, porque... ¿Quién mas te va a abrazar?.


"Hasta la Mona Lisa se desmorona" - Chuk Palanhiuk (Mas concretamente: Tyler Durden) -

Y si, che. Tarde o temprano nos pasa a todos. A vos, a mi y a él.
Si, a él. A esa estrella de television que parecía que nunca iba a envejecer y a esas personas que parecen eternas e inamovibles. Una vida eterna.


"¿Un pecado?, ¡El aburrimiento!" - Anne Rice (Mas concretamente: Celeste) -

Hmm... me parece que es asi, ¿no?. Bueno, da igual.





(Acá suena un piano, ¿Allá también?).

Movimiento indrocutorio: Sonata final. (Último movimiento).

Me estaba deslizando y lo sabía. Me estaba quedando dormido.



A veces, si no tenes demasiado sueño y cerrás los ojos... podés sentir como te vas quedando dormido. Es una sensación rara, como si te doblaran hacia adentro. Y te hundieras en vos mismo cada vez mas.
- Estamos llegando- murmuró una voz suave, a mi lado.
Abri los ojos y miré por la ventanilla. Una pampa llana y de vegetación seca se extendía hasta donde la vista podía ver. Mas concretamente: el horizonte. Esa cosa que llamamos horizonte, y que es tan tímida que siempre se aleja, impidiendonos alcanzarla.
Giré mi cabeza hacia mi izquierda, esperando encontrar una mejilla que acariciar, pero no había nadie a mi lado.
- Estamos llegando- había murmurado una voz suave, a mi lado.
Cerré los ojos un momento, y volví a abrirlos. Nada. Me giré, cerré los ojos, volví a voltearme hacia mi izquierda y los abri nuevamente, pero allí no había nadie.
En ese estado de tensión-relajación en que se hayaba sumido mi cuerpo, podía sentir claramente los latidos de mi corazón. Fuertes. Persistentes. Un corazón que se empeña en latir. Se lo puede llamar "corazón terco", "corazón testarudo", pero corazón que late, en fin.
Inspiré hondo, llenandome de esa nada inpalpable que llamamos aire. La retuve un momento, saboréandola, y lentamente la fui dejando ir. Ya me sentía mejor.
Volví a mirar el paisaje, pero por alguna razón, esto solo me hiso sentir peor.
- A veces no hay mas remedio que reconocer que estamos solos- murmuré a la voz que me había hablado. Casi parecía no escucharme.

jueves, 15 de enero de 2009

Carta de una madre a su hijo

Fragmento de "Rayuela", por Julio Cortazar. Capítulo 32: Carta de la Maga a Rocamadour.
(Aclaración: Rocamadour es el hijo de la maga, un bebé. Un bebé que acaba de morir).

Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mirándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el dedo porque se moja de lágrimas. ¿ Por qué, Rocamadour ? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que había hecho para Horacio; vos sabés quién es Horacio, Rocamadour, el señor que el domingo te llevó el conejito de terciopelo y que se aburría mucho porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró como el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio, algún día comprenderás, Rocamadour.Rocamadour, es idiota llorar así porque el borsch se ha ido al fuego. La pieza está llena de remolacha, Rocamadour, te divertirías si vieras los pedazos de remolacha y la crema, todo tirado por el suelo. Menos mal que cuando venga Horacio ya habré limpiado, pero primero tenía que escribirte, llorar así es tonto, las cacerolas se ponen blandas, se ven como halos en los vidrios de la ventana, y ya no se oye cantar a la chica del piso de arriba que canta todo el día Les amants du Havre. Cuando estemos juntos te lo contaré, verás. Puisque la terre est ronde, mon amour t'en fais pas, mon amour, t'en fais pas...Horacio la silba de noche cuando escribe o dibuja. A ti te gustaría, Rocamadour. A vos te gustaría, Horacio se pone furioso porque me gusta hablar de tú como Perico, pero en el Uruguay es distinto. Perico es el señor que no te llevó nada el otro día pero que hablaba tanto de los niños y la alimentación. Sabe muchas cosas, un día le tendrás mucho respeto, Rocamadour, y serás un tonto si le tienes respeto. Si le tenés, si le tenés respeto, Rocamadour.Rocamadour, madame Irène no está contenta de que seas tan lindo, tan alegre, tan llorón y gritón y meón. Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, Rocamadour, y eso me da miedo. Cuando se lo dije a Horacio, se reía mucho, pero no se da cuenta de que yo lo siento, y que aunque no haya ningún animal maligno que esconde las manos, yo siento, no sé lo que siento, no lo puedo explicar. Rocamadour, si en tus ojitos pudiera leer lo que te ha pasado en esos quince días, momento por momento. Me parece que voy a buscar otra nourrice aunque Horacio se ponga furioso y diga, pero a ti no te interesa lo que él dice de mí. Otra nourrice que hable menos, no importa si dice que eres malo o que lloras de noche o que no quieres comer, no importa si cuando me lo dice yo siento que no es maligna, que me está diciendo algo que no puede dañarte. Todo es tan raro, Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irène no te llama nunca por tu nombre, dice l'enfant, fíjate, ni siquiera dice le gosse, dice l'enfant, es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito.Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda. No te puedo explicar porque eres tan chico, pero quiero decir que Horacio llegará en seguida. ¿ Le dejo leer mi carta para que él también te diga alguna cosa ? No, yo tampoco querría que nadie leyera una carta que es solamente para mí. Un gran secreto entre los dos, Rocamadour. Ya no lloro más, estoy contenta, pero es tan difícil entender las cosas, necesito tanto tiempo para entender un poco eso que Horacio y los otros entienden en seguida, pero ellos que todo lo entienden tan bien no te pueden entender a ti y a mí, no entienden que yo no puedo tenerte conmigo, darte de comer y cambiarte los pañales, hacerte dormir o jugar, no entienden y en realidad no les importa, y a mí que tanto me importa solamente sé que no te puedo tener conmigo, que es malo para los dos, que tengo que estar sola con Horacio, vivir con Horacio, quién sabe hasta cuándo ayudándolo a buscar lo que él busca y que también buscarás, Rocamadour, porque serás un hombre y también buscarás como un gran tonto.
Es así, Rocamadour: En París somos como hongos crecemos en los pasamanos de las escaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi, enciende los cigarrillos y habla como Horacio y Gregorovius y Wong y yo, Rocamadour, y como Perico y Ronald y Babs, todos hacemos el amor y freímos huevos y fumamos, ah, no puedes saber todo lo que fumamos, todo lo que hacemos el amor, parados, acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando o cantando, y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o una gotera, llueve muchísimo aquí, Rocamadour, mucho más que en el campo, y las cosas se herrumbran, las canaletas, las patas de las palomas, los alambres con que Horacio fabrica esculturas. Casi no tenemos ropa, nos arreglamos con tan poco, un buen abrigo, unos zapatos en lo que no entre el agua, somos muy sucios, todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour, las camas huelen a noche y a sueño pesado, debajo hay pelusas y libros, Horacio se duerme y el libro va a parar abajo de la cama, hay peleas terribles porque los libros no aparecen y Horacio cree que se los ha robado Ossip, hasta que un día aparecen y nos reímos, y casi no hay sitio para poner nada, ni siquiera otro par de zapatos, Rocamadour, para poner una palangana en el suelo hay que sacar el tocadiscos, pero donde ponerlo si la mesa está llena de libros. Yo no te podría tener aquí, aunque seas tan pequeño no cabrías en ninguna parte, te golpearías contra las paredes. Cuando pienso en eso me pongo a llorar, Horacio no entiende, cree que soy mala, que hago mal en no traerte, aunque sé que no te aguantaría mucho tiempo. Nadie se aguanta aquí mucho tiempo, ni siquiera tú y yo, hay que vivir combatiéndose, es la ley, la única manera que vale la pena pero duele, Rocamadour, y es sucio y amargo, a ti no te gustaría, tú que ves a veces los corderitos en el campo, o que oyes los pájaros parados en la veleta de la casa. Horacio me trata de sentimental, me trata de materialista, me trata de todo porque no te traigo o porque quiero traerte, porque renuncio, porque quiero ir a verte, porque de golpe comprendo que no puedo ir, porque soy capaz de caminar una hora bajo el agua si en algún barrio que no conozco pasan Potemkin y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de la madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer. No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Horacio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete ...

miércoles, 14 de enero de 2009

Bach - suite nº1 en sol mayor.

Un poco tiene ese no se que. No se, no es un preludio. Es un poco como hamacarse en una silla, y cerrar los ojos. Es la música perfecta para mecerse y cerrar los ojos y dejar que todo fluya. Es la banda sonora de esa película que todos vimos (y actuamos) en que alguien se hamaca en una silla y deja ir las preocupaciones. Y es un suspiro y (quizás, solo quizás) un buen mate. O un té verde, depende.
Es un poco el olor a madera, o el olor a bosque. Es volver a casa feliz, con las manos pegoteadas de savia de pino.
Es llegar una noche de invierno y calentarse las manos en el fuego. Suspirar.
Suspirar, hay tantas formas de suspirar.
Uno suspira cuando se siente tranquilo, cuando se siente relajado. Uno suspira cuando quiere relajarse, uno suspira y todas las cosas que lleva encima se van (o quizá no se van, y eso es un problema incómodo) en ese suspiro. Uno suspira de amor, por la persona que ama. Casi sin darse cuenta, uno piensa en esa persona especial y se le escapa un suspiro. Y cuando lo nota, puede ser muy gracioso.
Uno suspira por extrañar, el fin de extrañar, el suspiro latente.
Uno suspira por tristeza, suspira al llorar y el suspiro sale con un ligero vibrato y medio mezclado con humedad.
Uno suspira a veces sin razones.

Habría que dedicarle una buena plaza al suspiro, ¿no?.

Un poco de todo.

El día en que iba a morir me levanté temprano. Tipo nueve, por ahí. Me levanté todavía con un poquito de sueño, pero eso le daba un poco de sabor al hecho de abrir los ojos, quedarse unos segundos mirando alrededor, incorporarse de a poco hasta quedar sentado, estirarse perezosamente, dejar los pies en el suelo (suele estar frío) y por fin levantarse. Ocasionalmente un bostezo.
El día en que iba a morir amaneció nublado, hecho que me agradó considerablemente, siendo que un poco yo también estaba nublado. Me vestí enseguida, con la ropa más cómoda que encontré y salí al patio.
Con las manos en los bolsillos di unos pocos pasos por aquí y por allá, andando en círculos, o describiendo ochos deformes. Respiré hondo el aire mañanero, por alguna razón me sentí mas vivo que nunca. El día en que iba a morir me sentí mas vivo que nunca.
Volví a la cocina y me preparé un desayuno sencillo. Me supo mas delicioso que nunca, quizá porque ese fuera el último desayuno que tomaría, pero jamás disfruté tanto un desayuno. Y el artístico proceso de hundir la cuchara, hacerla emerger como una ballena vieja, llevársela a la boca, masticar el desayuno, tragar. Una belleza, debería haber mas monumentos al desayuno.
Ya vestido me puse un buzo, me até los cordones, y salí. El mundo a mi alrededor seguía. Los pájaros cantaban, las nubes se movían, el viento soplaba acariciándome la cara, y una pareja en bicicleta se reía.
Le había dejado claro a unas cuantas personas que ese día las quería visitar. No había dado explicaciones, porqué… ¿Cómo explicas a tus seres mas queridos que esta va a ser la última vez que los veas sonreír?.
Sus sonrisas, todas ellas, resultaban a mis ojos la cosa más maravillosa, un deleite a la vista y al oído. Creo que abracé mucho, el día en que iba a morir.
Me senté en una plaza, y conversé un rato con Félix. Felix se mostraba tan misterioso como siempre, pero creo que entendió que fue importante para mí el hablar con él.
Por último, y tras un solemne apretón de manos, Felix fue engullido por la lejanía de las distancias sin nombre. Me acerqué lentamente a esa persona que me acompañaría en la entrada al olvido.
Me recosté suavemente, soltando todo lo que había llevado en mi durante tantos años. Lancé un hondo suspiro. Súbitamente todo había terminado. Creo que interiormente me reí. Todo eso era maravilloso, una cosa totalmente sencilla y hermosa.

martes, 13 de enero de 2009

Not mine...

Felix me pidió que escribiera esto:

Una botella de ron.
Dos manos entrelazadas.
Tres ojos del cíclope.
Cuatro hojas del trebol.
Cinco dedos de la mano, saludando.
Seis de la tarde, probable hora del té.
Siete notas de una melodía.
Ocho patas de la araña.
Nueve años de la niña que sonríe.
Diez días antes de que el mundo acabe.
Once lágrimas derramadas.
Doce dedos de los pies que resultan útiles.
Trece personas que creen que el trece trae mala suerte.

- Por Felix -

Misterioux

Ponele que uno está volviendo en colectivo, charlando con un compañero.
Volvés de guías, por lo que estás:
· Fisicamente cansado: Extraña sensacion de tener el cuerpo sin energía, el asiento del colectivo subitamente se transforma en la cosa mas cómoda que tu cuerpo pudo soñar. La mente realiza (mentalmente) toda la actividad que el cuerpo se niega a emprender, por lo que uno entra y sale de estados de hiperactividad contenida.
· Contento: sensacion de WIIIII que agarra después de volver cansado del grupo. Se tiene ganas de hacer mas cosas, pero también de volver. Todavía te reís de que el clan andaba distraído y no gritó.
· Nostalgioso: ya comenzás a extrañar a algunas personas, cada tanto mirás el cel, pero nada.

En ese estado es que volvés charlando con un compañero, en cole.
Cada tanto el colectivo frena y se produce un intercambio de gente. Sube gente, baja gente. Todo se mantiene mas o menos normal.
En una de las paradas se abren las puertas y sube un sombrero, un sombrero de copa ENORME, casi no cabe por la puerta. ¿Qué pasa entonces?.
Probables reacciones (pueden darse todas a la vez):
· Incredulidad: La razón le gana a ese insctinto de fantasía que lograste sacar del cajón de la infancia (tras soplarle el polvo, lo guardaste por siempre en tu bolsillo. Retorn a la infantese). La razón gana y una pregunta se formula lentamente en tu cabeza: ¿Qué hace un sombrero subiendo al colectivo?.
· Mentalidad de fantasía: comenzas a imaginarte cosas que te gustaría que pasaran (y parece que están pasando, nomás). El sombrero sube al colectivo por si solo. Dice: "Buenas" y se sienta cerca tuyo. Se queda quietecito mirando por la ventana, silba despacito "La mala reputacion" de Pablo Dacal.
· Risa: Claro, semejante situacion... ¡¿Y NI UNA SOLA SONRISA?!, ¡Por favor!. Te sonreís ligeramente. Te inclinás hacia tu compañero y le susurrás: "Mira, Fede, se subió un sombrero al colectivo". Al ver que en su rostro también se va dibujando una sonrisa (se desparrama por su cara como las ondas en el agua, cuando tirás una piedra) no podés contenerte y... ¡dejas ir el caudal de risas que acude a tu boca sin detenerse!. En vez de reirte cada vez menos, te reís cada vez mas. Parece que nunca te vas a detener.

Estas cosas suelen pasar cuando se sube un sombrero al colectivo. Ya estáis advertidos.

domingo, 11 de enero de 2009

Tristesse

Y quizá no sepas lo que es estar acá, tan lejos de todo. Tan lejos de ti y de mi mismo, siento que me he dejado una parte de mi atrás.
Los días aquí pasan largos, y las noches caen pesadas. La vida se consume en un triunfo de malabarismos y risas cansadas. En un oscuro brindis, todos nos tapamos la nariz y estornudamos para brindar.
Y no tenés idea de como es este lugar, las cosas son tan diferentes. Todos están tan ocupados, y yo me siento tan solo, mi vida, tan solo. Tan solo y tan perdido. No encuentro el camino de regreso y he olvidado quizá el reflejo casi mágico que tus ojos proyectan en mi corazón.
Y es todo tan difícil, y todo tan duro. Uno se levanta a la mañana para caer de la cama entre un montón de teclas de piano desparramadas por el suelo, y llega la noche y las teclas siguen ahí, y se ríen, y se ríen, y se ríen, y se ríen. Y uno ríe también porque un poco no sabe que hacer, y un poco se olvidó de como llorar.
Y es así, y a veces pienso que llorar en mucho mas positivo que reír, ya que esta risa no es risa. No, esta risa no es risa, es solo una lisonja gastada y vieja. Y un llanto puede llegar a ser lo mas seductoramente sincero que uno puede expresar, pero por supuesto yo ya no puedo.
De vez en cuando, con mucho esfuerzo, logro llorar, pero ya no es lo mismo. Cada lágrima que cae me recuerda a ti y es un consuelo, porque ver reflejado tu rostro en ellas es un poco un alivio y un poco una alegría. Cada lágrima que cae vale oro, y son pocas. Son pocas, y cuando uno se queda sin lágrimas se siente tan seco y tan vacío que lo único que quiere es seguir llorando, ¿entendés?.
A veces voy a caminar al centro o al parque, o salgo en bicicleta, pero ya no es lo mismo, ya nada es lo mismo. A veces siento que por más que pedaleo y pedaleo no me muevo de donde estoy.
No me muevo de donde estoy y no puedo llegar a tus brazos. No puedo llegar a tus brazos y el mundo es una lejanía de promesas vacías y abismos sin recuerdo, y un poco yo también me siento así, ¿sabés?, un poco yo también me voy convirtiendo poco a poco en un naipe gris y gastado. Un poco yo también voy creciendo y gastándome, y a veces pienso que la única forma de volver a aquello que ya pasó es morir y renacer. El sutil arte de morir, reservado para solo unos pocos.
Aquí es más difícil, aquí se extraña mas. Porque realmente te extraño, estatua de marfil, bruja de chocolate, crema de café. Un poco extraño y un poco muero, y a veces es todo al mismo tiempo, y está todo tan revuelto que ya nada se entiende.
Y no puedo esperar a verte y contarte todo lo que te extrañé, y un poco me da miedo que ya nunca nos veamos, o que de la forma más sutil ya no pueda regresar. Un poco es así.

sábado, 10 de enero de 2009

Incontrolablemente asi... (¡hay que ver las cosas que nos pasan día a día, che!)

Cuando estornudas tu corazón se detiene por una milésima de segundo.
Osea que en esa milésima de segundo pasan muchas cosas.
Además de todo el rollo de las vias conductoras que se irritan y demás (Vease: "Estornudo" en cualquier cosita o cosa dedicada al terma, para mas información), lo curioso es que el corazón se detiene. ¡Se detiene, Felix, se detiene!.
Ahora, pongamos una postura un tanto corazoncista. Ponele que durante una milésima de segundo estás muerto (Felix... ¡¿Felix?!, ¡¡Háblame, Felix!!; ¡¡FEEELIIIIIIIX!!, ah... ahí está. Boludo, ¡durante una milésima de segundo estuviste muerto! - es que mi tiempo con Felix pasa mas lento -). Ahora, ¿Que pasa con todo durante esa milésima de segundo?.


Ponele que en medio de ese estornudo pensas en alguien, alguien especial. Si durante esa milésima de segundo (en que estás muerto) pensas en esa persona... ¿Es el pensamiento de un muerto?. ¿Entonces que pasa con ese pensamiento?.
¿Y que pasa con esa persona?.
Es un poco como un instante en blanco, un instante que no existe. Un vacío instanteanista. Un poco a lo Cortazar, un poco a lo Poe, pero vacío en fin.
Termina el rollo 1, comienza el rollo 2. Intercambias los rollos con la suficiente exactitud y velocidad como para la película siga y nadie note que está dividida en dos rollos. Pero hay un punto muerto practicamente imperceptible.
Poné algo en ese punto muerto y nadie lo va a ver.
Poné una lágrima en ese punto muerto y nadie la va a ver.
Poné tus mas oscuros miedos y el motivo de toda tu alegría en ese punto muerto y nadie te va a oír gritar.
Poneme a mi en ese punto muerto y nadie se va a acordar de que existo.
Pone un punto muerto en ese punto muerto y nadie, pero te digo NADIE, lo va a notar.

Hasta que llega alguien que lo nota.
Un día llega alguien que lo nota y todo el resto se va al diablo. Los rollos se prenden fuego de una manera reparadora y deliciosa. El placer de una fogata.
Un día llega alguien y ya nada mas importa salvo ese instante de punto muerto que, subitamente, fue llenado con algo mas.
Algo mas.

jueves, 8 de enero de 2009

Seguramente somos un poco los creadores de una pesadilla.
Quizá en esas noches tan cansadas en que basta que nuestra cabeza repose sobre la almohada para quedarnos profundamente dormidos... realmente nosotros seamos los que tejen el sueño.
Es curioso como alguien viene al mundo un día, en un país en los confines del horizonte. Casi diez meses después, a millas de distancia, otro alguien viene al mundo.
¿Qué pasa entonces?, puede ser todo parte de la misma rueda. Un ying-yang totalmente asimétrico. Dos serpientes que se muerden la cola. Un perro que gira buscando morderse su propio rabo. El querido y desilachador simbolito de "reciclaje" que uno lo mira y se siente atrapado un poco es su propio y personal proceso de reciclado.
Si uno saca una fotografía de un pulover y la amplifica... y otra vez... y muchas veces mas, a la larga va a poder caminar entre los hilos como si no hubiera importancia.
"Disculpeme, ¿No le da verguenza andar asi caminando entre los hilos tan campante?, seguramente ustéd carece de toda dignidad, señor mio. Y según veo, también de toda cordura. Mientras siga con esa ideología de desprendimiento de lógica, no va a tener éxito en la vida".
Si, llegó y te fuiste al carajo, directo al vacío. Te pegaste un resalón y te caíste del pulover. No ves nada, escepto un pedacito de lana que se te quedó enredado en la mano.

Un poco es como el hecho de estar cantandose una cancion de cuna a uno mismo porque tontamente olvidó como sonaba la voz que solía cantarselas.

Un sonido francamente denso llena el aire. ¿Que pasaría si es el preludio de la cosa mas hermosa que escucharás en toda tu vida?. Eres feliz durante un segundo.
Ganas una hora, perdés una hora.

sdsadhajshdjkahdajhdakjsdhasjkdhakjehwhduawdhkuawdhkauhdajkshdkjashdkajshdkasjdhasudhnawkdjahdkjahdkajwhdkajwhdakjwdhakjwdha <----- eso se llama Felix. Mucho gusto, Felix.

martes, 6 de enero de 2009

¿Qué haces cuando ya no tienes fuerzas?.
¿Qué haces cuando las razones para levantarte van desapareciendo una a una?.
¿Qué haces cuando te levantas por la mañana para descubrir que estás solo… tanto como anoche?.

En esos momentos en que cualquier elemento de tu cabeza es capaz de venir a hacerte compañía. Te sentás en un banco de la plaza y llorás en el mas completo silencio. Ese es el momento en que aparece un gatito de pelaje oscuro salido de la nada, y te habla. Te habla y te pide por favor que no llores. Llora también. Llora con vos. Pero por supuesto, quizá vos y el gatito sean la misma cosa.

¿Qué haces cuando cortas una rosa pero no sabes a quien regalársela?.
¿Qué haces cuando te sientes cansado pero no tienes sueño?.
¿Qué haces cuando no sabes con quien hablar?.
¿Con quien hablar?.
¿A quien pedir perdón?.
¿A quien decirle que lo querés?.
¿A quien agradecerle?.

Aniway, I can try anything,
Is the same circle that
Leads to nowhere.
And I’m tired now.



Estoy... tan cansado.

Gomenasai (Tarde de tormenta)

Viajar en auto en una tormenta es una experiencia realmente curiosa. De pequeño solía mirar con atención a las gotas de agua resbalando por el vidrio, apreciando como algunas llegaban hasta el final, y otras se quedaban a medio camino… al menos hasta que otra las ayudara. Deliciosa costumbre que aún mantengo, en los días más lluviosos. En mis días más lluviosos.
Martes 6 de enero. Hoy cayó una tormenta francamente imperdible. Aunque el espectáculo de rayos y truenos no fue como otras veces, pero la borrasca estuvo realmente inspiradora. Tuve un asiento de primera fila en mi ventana para mirar la tormenta. Llovía afuera, y yo también lloví un poco. Lo suficiente como para saber que me había desquitado de todas las cosas que guardaba dentro de mí.
El reproductor de música iba y venía a su antojo. Lo más curioso, triste y gracioso, fue cuando una ligera tonada de piano preludió “Gomenasai”. Y, apoyado entre mis brazos, sin dejar de contemplar la tormenta, entoné en voz baja la estrofa que mas sentía en mi interior en ese preciso instante:

“I never needed a friend
Like I do now”

Me recliné hacia atrás, enderezando mi columna y eché una mirada perdida al violín, que descansaba sobre la cama. Deseché la idea, no era un momento como para tocar el violín, ni siquiera si fuera una tonada triste.
Me estiré un poco y agarré la guitarra.

"What I thought was a dream
A mirage
Was as real as it seemed
A privilege

When I wanted to tell you
I made a mistake
I walked away"

La lluvia me acompañó con un coro francamente hermoso, y al terminar con mi canción, sintiendo que había logrado expresarme ante mi mismo, entoné las cuerdas de “Falling”, en un agradecimiento a tan hermosa tormenta.

lunes, 5 de enero de 2009

Caminando por el bosque, entre flores vi que había...

Una vez más me encontraba ante sus ojos.
Una vez más mi rostro se reflejaba en aquella laguna de sueños.
Sentía que una parte de mi, aquella tan acostumbrada a estar sola, caía y moría.
Sin dejar de contemplar su rostro, estiré la mano para acariciar al pequeño cachorro de lobo que se había acercado hacia mí, emergiendo de entre los árboles.
Me lamió la mano, cariñosamente.
Un suspiro emergió desde lo más profundo de mi ser. Un suspiro profundo que expresaba en el más sencillo de los lenguajes todos los sentimientos que no podía expresar de otra forma: La soledad que me invadía. La tristeza y la amargura, por quienes yo había derramado tantas lágrimas perdidas. Una creciente felicidad en mi interior, que prevalecía ante todo. Y aquél sentimiento desconocido que no supe como llamar.
No se llamaba cariño.
No se llamaba odio.
No se llamaba amistad.
No se llamaba compañerismo.
No se llamaba familiaridad.
Tenía algún otro nombre, algún otro nombre que, hacía ya miles de años, era tan conocido como la luna que brillaba cada noche por sobre cien cabezas. Un nombre que hoy se había olvidado, a pesar de que todos recordaban cuan hermoso era.
Me han dicho los más ancianos que ese nombre aún brilla en nuestros corazones, que esa es la razón de que podamos sentirlo si nos atrevemos a ir un poco más allá.
Tras restregar su hocico contra mi mano, el pequeño cachorro de lobo abandonó aquél claro oculto en el bosque. Aquél hermano que me había acompañado durante tantos años, aquél que había permanecido a mi lado disfrutando de mi compañía y permitiéndome a mi disfrutar de la suya, súbitamente había comprendido que cada quien debía seguir por su camino, para en un futuro próximo volver a encontrarnos.
Contemplé su pelaje plateado, como las hebras que tejen la luna, y sonreí ligeramente.
Volví mi vista nuevamente hacia ese rostro acaramelado. Esos ojos cuya luz y calor yo podía sentir cada vez con mas fuerza.
Volví a sumergirme en su mirada, a deslizarme por el contorno de sus labios. Ahogándome dulcemente en sus mejillas, sentía que no existía nada más.
Una leve brisa comenzó a soplar, jugueteando con sus cabellos oscuros. Sin poder evitarlo un segundo más, me incliné hacia delante y la estreché en un fuerte abrazo. Hundiendo mi rostro en la cálida espesura de su pelo. Muriéndome, muriendo un poco más, cada vez que mi corazón latía siguiendo el compás del suyo.
Algo dentro de mí luchaba por salir. Algo oculto y prohibido gritaba por rebelarse y emerger de entre las sombras para encontrar la luz de un nuevo amanecer. Tomé sus manos sedosas y me acerqué a sus labios, esperando destrozarme como un globo que se pincha.
Súbitamente recordé aquellas palabras. Cada fibra de su ser las susurraba, su pureza y belleza internas entonaban suavemente una melodía olvidada. La ternura de su sonrisa valía súbitamente más que un millón de palabras.
Incliné mi cabeza levemente hacia abajo, y susurré las palabras que acabarían, quizá, con mis últimos latidos y se llevarían mi vida como las hojas al viento.

Te amo

viernes, 2 de enero de 2009

Me desperté por decimonovena vez, tras volver a soñar por decimonovena vez lo mismo, y me di cuenta que cuando antes de dormir dije "la noche me va a caer pesada", era que todavía no tenía idea de lo que venía. Me despertaba y me dormía a una velocidad tal que llegado un punto ya no sabía si estaba dormido o despierto, el sueño se repetía en su edicion #20 (esta vez impreso en sephia) y yo sentía una incomodidad profunda. Finalmente, re podrido, me levanté, me pasé las manos maquinalmente por la cara y el pelo y acabé por salir de la pieza, lanzando patadas imaginarias a todos los objetos imaginarios que se me cruzaban en mi camino.
Me recibieron con un mensaje que, en un principio, rebotó contra mi cara de mala noche y fue a estrellarse contra el lavaplatos. Pero cuando logré reunir la suficiente lucidez, aquél "¿Vamos a Sierra?" se convirtió en la salida de emergencia a mi modorra.
Cargamos todo en el auto... comida, bebida, cds de música, yo llevé mis cuadernos de dibujo y literatura y un libro; y salimos.
Mis predicciones se volvieron ciertas una tras otra:

1) El libro ni lo toqué, había una historia a través de la ventana que era mucho mas interesante.
2) Aprovechando que, por primera vez, tenemos un auto con ventanas atrás, dejé que el viento me sacudiera la cara a gusto y piaché, y saqué los brazos un par de veces para sentir como se los chupaba la ruta.
3) Acabamos en el dilema musical de siempre. Papá que, cansado de la radio, destrozó una cancion de Julieta Venegas (yo te quiero.. con limooon y sal) con un bien puesto "Martín, poné un cd, dale". Yo rebusqué entre mis cds, y lanzé al aire mi tan conocido: "ehm, no se... ¿cuál querés?". Ahí empezó el dilema, los gustos musicales que comparto con papá, con comparto con mamá, y viceversa... y me desagrada que alguien viaje con musica que no le gusta, salvo que ese alguien sea yo, me conozco lo suficientemente bien para saber que no me importa, el viento me tapa los oídos.
Acabamos en un cd de narsilion que, por los tamborileos en el termo (obra de mamá) deduje que a todos nos gustaba.
4) Hise el viaje pensando en una cosa, y solo una cosa. (RECORD)

Llegamos a Sierra, comimos abundamentente, y nos colamos por detrás de unos alambres de púa, vigilando que no nos agarraran los guardaparques. En ese momento yo me debatía entre los conceptos de "respeto", "propiedad privada" y "¡MAH'SI!, ¡YO PASO!, ¡TOTAL!, ¡LO UNICO QUE FALTA ES QUE ME COBREN POR PASEAR, NO SON DUEÑOS DE LA NATURALEZA!"
Después acabamos rendidos, tomando mate cerca del bosque. Yo me fui a caminar. Caminata que se convirtió en exploracion cuando descubri unas manchas de tinta marcando un sendero. Exploracion que se convirtió en aventura cuando metí mi imaginacion en todo el asunto y subitamente me convertí en cualquier cosa menos yo... corriendo desaforadamente por un enorme bosque, con todos mis insctintos salvajes despiertos, cazandooo... ¿cazando que?. Hm, ¡cazando!, o quizá no cazara... bueh, da igual. Saltando de piedra en piedra... hasta que mis insctintos me confirmaron que las tres o cuatro abejas que solía encontrar eran... parte de un grupo mas grande que se elevaba por sobre el río. Bueno, eso definitivamente no era mi imaginacion, esa voz tan rara que llamamos "common sense" me dijo: ¡¡SALI DEL RIO, BOLÚ!!.
Bueh, rajjjjando para el sendero del bosque. Después me aburrió y lo dejé serpentear solo, yo serpenteaba por otros lados.

En fin... la imaginacion siempre vuelve todo mas interesante. Cuando volvi, aún gruñendo y con mis colmillos al descubierto, y descubri que el mate estaba lavado... volví a ser yo.