Quizá nunca alcancemos ese instante obtuso y desesperante en el que logramos saber que nos depara el futuro.
Con un poco de suerte la vida siempre acabará trayéndonos una nueva sorpresa.
A veces siento que la música que compone mi vida se acelera de forma muy suave y es en esos momentos cuando simplemente quiero dejarme caer y escucharla.
A veces ocurre una distorsión en el tiempo:
Estoy lejos de casa. Un chico que ha nacido el 12 de octubre de 1991 se encuentra a varios kilómetros de casa. Súbitamente todo se encadena para traerle un recuerdo. El vuelo de las aves, el olor a hierba, el color del cielo, las lágrimas que intentan escapar de sus ojos. Todo le recuerda a una chica que ha nacido a miles de kilómetros de donde él está en este momento, un tres de agosto de 1992. Y sentándose en un banco se pregunta porqué esa fecha le causa tanta ternura.
Todos acabamos comprendiendo que lo que denominamos comúnmente como "cumpleaños" es la celebración de aquél día en que nacimos.
En un hondo suspiro él celebra silenciosamente aquél tres de agosto.
De un instante a otro las cosas se desencadenan, y se rompe una cruel monotonía.
La noche cae para revelar los recuerdos y los besos que vuelan buscando su destinatario.
¿Qué pasaría si dos personas se proponen a quebrantar todas las reglas habidas y por haber?.
¿Qué pasaría si dos personas se proponen lanzar una moneda al aire pero ignorar de que lado cae?
¿Que sucederá cuando esa antigua singularidad que goza de oprimir el pecho sea simplemente cosa del pasado?.
¿Pero que pasaría si todo esto se detiene ante el avance de la razón y un orden estipulado para encadenar los labios?.
¿Qué pasaría si los mas maravillosos cuentos de hadas son solo una lisonja de lo que nadie puede lograr?.
¿Podría ser entonces que dos personas entrelacen sus manos y rompan el espejo que refleja su propia soledad?.
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