Hay momentos en que simplemente uno no quiere hacer nada.
Hoy encontré que mis ojos se habían posado sobre una zona de pasto verde enmarcada por árboles. En relativa paz y armonía.
Nada de gritos cacofónicos. Nada de glándulas de importancia relativa. Nada de vehículos de apariencia imponente.
Hoy era el verde.
Y, caminando hacia ese verde, me encontré con que la plaza terminaba súbitamente. Y con ella mi paz.
¿A dónde ir? hoy no quiero urbanidad.
En ese momento recordé una canción que llevaba adherida a mi espalda ya varios meses.
"Aniway, I can try anything
is the same circle that leads to nowhere...
and I'm tired now"
Y súbitamente comprendí su significado. O al menos le encontré uno.
Es en estos días en que uno se ahoga bajo el peso del tiempo, en que acaba dándose cuenta de esa cosa tan curiosa...
...y es que, de todas formas, podemos intentar algo. Podemos intentar lo que sea. Pero en estos días, da igual que intentemos, siempre es el mismo círculo que no lleva a ningún lugar.
Mi mas sincero deseo era dejarme caer sobre el pasto, como una muñeca de trapo. Dudaba que mis piernas fueran a sostenerme mucho mas.
Retiré una imagen de mi mochila... una foto... y fui feliz contemplándola durante unos instantes. Hasta que una ráfaga de viento la arrancó de mis manos. Sería conveniente evitar los minutos que precedieron a esa ridícula escena. Un muchacho persigue un trozo de papel.
Es en estos momentos en que me siento y busco algo que hacer. Y recuerdo esa canción. Siempre esa melodía que habla sobre no tener ganas de nada.
El interior de mi mochila me sonríe, pero realmente... I'm so tired now.
La imagen de mi mochila, ahora a salvo en ella, continúa sonriendo. Y yo pienso en la cantidad de cosas que me gustaría decirle. En la cantidad de sonrisas que me gustaría susurrarle al oído para que solo esa persona me oiga y nadie mas.
Lo nuestro es algo intangible.
Y a veces siento que no tengo fuerzas para seguir.
Toma y mano y sostenme en este momento.
Siento que estoy tan cerca de resbalar hacia el fin.
Toma mi mano y sostenme en este momento.
Cada nuevo día trae consigo una lluvia de sal.
Cada nuevo sol que se levanta por sobre sus hermanos...
lleva consigo el peso de mis lágrimas.
Y por mas que aquellos sueños interminables...
se hagan realidad una y otra vez.
Por mas que no encuentre tu rostro, salvo entre las nubes...
Por mas que mi corazón se inunde y se ahogue en sus propias cavilaciones...
Yo se que tengo la fuerza suficiente para sonreirte una vez mas.
¿Deberé dejarme caer sobre el viento...
y confiar que me lleve hacia tus ojos?.
¿O es que en el llanto del peregrino...
reside la llave de nuestro futuro?.
sábado, 28 de febrero de 2009
domingo, 22 de febrero de 2009
Capítulo dos: Shhhhhh..........
................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................
Le interesaba mucho ver como quedaría esa linea de puntos cuando acabara el capítulo.
Le interesaba mucho ver como quedaría esa linea de puntos cuando acabara el capítulo.
Capítulo 1: La estatua durmiente
Se acomoda un poco mejor en la silla, dándose cuenta (amargamente) de que necesita ir al baño. Decide postergar eso para mas tarde. Finalmente la inspiración lo agarró trabajando.
D:\Yann Tiersen\L'Absente\La parade
La música se desliza desde sus auriculares hacia sus oídos. "Nobody is here for now". Piensa que es verdad.
Piensa tantas otras cosas. Piensa en cuanto le gusta escribir en tercera persona (Quizá por su timidéz). Piensa en que aún tiene hambre. Piensa en ella.
Claro, era inevitable. Piensa en ella. Después de todo... ¿No piensa siempre en ella?. Cuando oue alguna canción que le recuerda. Cuando hecha un largo vistazo al cielo, permitiéndose perderse entre las nubes. Cuando respira, practicamente.
Se había llegado a cuestionar si el pensar tanto en ella no sería un síntoma de... neurosis. Se había dedicado a analizarlo a fondo. Pero acabó descubriendo que simplemente le agradaba recordarla. Recordar el contorno de sus ojos ligeramente desenfocados. La forma en que su boca se torcía al sonreír. Sus cabellos. La forma y estatura de su cuerpo.
Sonrió amargamente. Planeaba escribir sobre si mismo y había acabado escribiendo sobre ella.
Pero... ¿Era posible separar ambos conceptos?. Claro que si, y a la vez Claro que no.
Arrastró toda la carpeta al reproductor de Winamp y dejó que sonara a su gusto.
Un movimiento introductorio llenó la habitación de perfume.
Si, era lo que necesitaba para el primer capítulo de su pequeño proyecto: un movimiento introductorio.
Tarararaaara-rararaaraararaaaa....
Se secó las manos ligeramente sudadas en su remera y continuó.
¿Por donde empezar?.
Bueno, recordaba una frase de esa película que tanto le gustaba llamada "Fight Club".
Si, esa que decía "Durante mucho tiempo no pude dormir".
Era algo que le preocupaba. No, no el no poder dormir. Dormía bien, y a veces demasiado. Despertarse a las 1 p.m le molestaba muchísimo. Amaba la mañana.
No, lo que le preocupaba era el comer.
Se detuvo un momento para dejar caer unas notas de piano sobre su cabeza.
Continuó: lo que le preocupaba era que cada vez tenía menos apetito. Aquellos momentos en que sentía mucho hambre pero no tenía apetito. Aquellos momentos en que se obligaba a comer y comenzaba a sentir nauseas. Todo aquello le preocupaba. Y todo aquello había empezado hacía pocos días.
¿Qué opiniones había recibido?.
De ella: Anorexia. Pero en realidad ella solo bromeaba. Ambos sabían que él no se preocupaba por estar o no estar gordo. Ni por su apariencia física.
De su madre (que había notado lo poco que comía): Anemia. Eso era algo a lo que se le podía prestar atención. Pero no notaba los síntomas típicos de anemia. Se sentía activo.
De él mismo: buscá en internet, che, no vayas todavía al médico.
"Pérdida de apetito causada por:
· Nerviosismo
· Soledad
· Estress
· Cansancio
· Aburrimiento
· Agotamiento
· Ansiedad
· Pérdida de un ser querido
· Depresión"
Esa era la página que mas le había gustado.
"¿Tenés alguno de esos síntomas?", Se había preguntado a si mismo. Y había acabado por sacarle la lengua al monitor.
Pero esas cosas no eran tan graves. Después de todo... peor estaban aquellos que querían comer y no tenían como. ¿No?.
...¿no?...
Comptine d'un autres L'Apres
Amaba esa canción.
Recordó una ocasión en que el profesor de historia (vease: Baiz) había pedido que lleven música de su gusto a la clase. Él había llevado esa melodía de piano.
¿Como diría el Nono?.
"Mamma miiiia, ¡eh!"
Si, fue algo asi.
Se obligó a buscar algo para escribir.
A fin de cuentas...
...¿no era ese el primer capítulo?.
¿Y ya se estaba acabando sin ideas?.
No, no era eso. Era que simplemente no sabía por donde empezar.
Y un poco de eso se debía a que no sabía bien lo que quería escribir.
Recordó que dentro de poco volvería a la rutina. Y eso lo haría ver cosas nuevas.
Las vacaciones le estaban cayendo pesadas. Solía sentirse un poco agobiado dentro de ese hogar, por lo que salía siempre que podía. Le agradaba estar solo. Y al mismo tiempo le resultaba muy triste.
Pensó en ir a... no, esperá, Tin, son las 1:14 A.M, ¡Ni se te ocurra!.
¿Mañana?.
Tampoco.
En ese momento comenzó "Summer '78". Música mas adecuada, imposible.
Recordaba esa casa con olor a hogar en la que había sido tan feliz y en la que había pasado innumerables noches.
Todo esto había desaparecido.
Una casa que se sostenía sobre dos columnas.
Una de ellas había caído subitamente una tarde. Una tarde soleada... y fea.
La otra... la otra había permanecido en pie, pero se desquebrajaba por dentro.
Finalmente él le dio una patada y la feliz columna cayó.
Nunca más violvió a esa casa.
¿Qué decía ella?.
Que debía encontrar nuevos amigos.
Pero no quería nuevos amigos... ni tampoco se imaginaba con nuevos amigos.
Aún asi, él sabía que el hecho de andar por ahi de la mano de si mismo, solo porque había perdido la companía de sus dos grandes amigos, era tonto. La vida sigue. La gente viene y va.
Dentro de poco retomaría sus actividades.
La escuela, el conservatorio, scoutismo.
Todo aquello que le hacía sentir un poquito mejor. Y que lo arrancaba de esa vida monocromática.
Aunque eso lo mantendría ocupado durante mucho tiempo. Necesitaba tiempo para si mismo. Y también para ella.
Ella era la que hacía sus días un poco mas soportables, a veces sin saberlo.
¿Como la había conocido?.
Lo recordaba perfectamente bien.
Ese día no había prestado atención a lo que, sin duda, se convertiría en una de sus aventuras mas vertiginosas y agradables.
Habían pasado por tanto juntos... peleas, risas, llantos. Por ella había pasado noches sin dormir, ya sea sonriendo o llorando.
Recordó aquél cumpleaños suyo en que creyó que ya no la volvería a ver. Que solo sus mejillas mortalmente pálidas le recordarían la sombra de aquello que fue.
Y ahora...
...y ahora "la cosa" se había "puesto peluda".
Baja autoestima.
Siempre.
Siempre había tenido baja autoestima.
Y eso había hecho las cosas dificiles. Porque nadie puede soportar a alguien con baja autoestima durante cinco años. Menos si se lo ama.
Pero a fin de cuentas... ¿no seguía ella allí?.
¿No seguía él allí?.
Claro, la cosa se había puesto ridiculamente peluda, si.
Notó como una lágrima se deslizaba por su mejilla. Querer tanto a alguien... era tan lindo.
Notó una punzada de hambre. Pero no quería comer.
Diablos, ¿Porqué no?.
Porque no. Y ya. No hagas preguntas.
D:\Yann Tiersen\L'Absente\La parade
La música se desliza desde sus auriculares hacia sus oídos. "Nobody is here for now". Piensa que es verdad.
Piensa tantas otras cosas. Piensa en cuanto le gusta escribir en tercera persona (Quizá por su timidéz). Piensa en que aún tiene hambre. Piensa en ella.
Claro, era inevitable. Piensa en ella. Después de todo... ¿No piensa siempre en ella?. Cuando oue alguna canción que le recuerda. Cuando hecha un largo vistazo al cielo, permitiéndose perderse entre las nubes. Cuando respira, practicamente.
Se había llegado a cuestionar si el pensar tanto en ella no sería un síntoma de... neurosis. Se había dedicado a analizarlo a fondo. Pero acabó descubriendo que simplemente le agradaba recordarla. Recordar el contorno de sus ojos ligeramente desenfocados. La forma en que su boca se torcía al sonreír. Sus cabellos. La forma y estatura de su cuerpo.
Sonrió amargamente. Planeaba escribir sobre si mismo y había acabado escribiendo sobre ella.
Pero... ¿Era posible separar ambos conceptos?. Claro que si, y a la vez Claro que no.
Arrastró toda la carpeta al reproductor de Winamp y dejó que sonara a su gusto.
Un movimiento introductorio llenó la habitación de perfume.
Si, era lo que necesitaba para el primer capítulo de su pequeño proyecto: un movimiento introductorio.
Tarararaaara-rararaaraararaaaa....
Se secó las manos ligeramente sudadas en su remera y continuó.
¿Por donde empezar?.
Bueno, recordaba una frase de esa película que tanto le gustaba llamada "Fight Club".
Si, esa que decía "Durante mucho tiempo no pude dormir".
Era algo que le preocupaba. No, no el no poder dormir. Dormía bien, y a veces demasiado. Despertarse a las 1 p.m le molestaba muchísimo. Amaba la mañana.
No, lo que le preocupaba era el comer.
Se detuvo un momento para dejar caer unas notas de piano sobre su cabeza.
Continuó: lo que le preocupaba era que cada vez tenía menos apetito. Aquellos momentos en que sentía mucho hambre pero no tenía apetito. Aquellos momentos en que se obligaba a comer y comenzaba a sentir nauseas. Todo aquello le preocupaba. Y todo aquello había empezado hacía pocos días.
¿Qué opiniones había recibido?.
De ella: Anorexia. Pero en realidad ella solo bromeaba. Ambos sabían que él no se preocupaba por estar o no estar gordo. Ni por su apariencia física.
De su madre (que había notado lo poco que comía): Anemia. Eso era algo a lo que se le podía prestar atención. Pero no notaba los síntomas típicos de anemia. Se sentía activo.
De él mismo: buscá en internet, che, no vayas todavía al médico.
"Pérdida de apetito causada por:
· Nerviosismo
· Soledad
· Estress
· Cansancio
· Aburrimiento
· Agotamiento
· Ansiedad
· Pérdida de un ser querido
· Depresión"
Esa era la página que mas le había gustado.
"¿Tenés alguno de esos síntomas?", Se había preguntado a si mismo. Y había acabado por sacarle la lengua al monitor.
Pero esas cosas no eran tan graves. Después de todo... peor estaban aquellos que querían comer y no tenían como. ¿No?.
...¿no?...
Comptine d'un autres L'Apres
Amaba esa canción.
Recordó una ocasión en que el profesor de historia (vease: Baiz) había pedido que lleven música de su gusto a la clase. Él había llevado esa melodía de piano.
¿Como diría el Nono?.
"Mamma miiiia, ¡eh!"
Si, fue algo asi.
Se obligó a buscar algo para escribir.
A fin de cuentas...
...¿no era ese el primer capítulo?.
¿Y ya se estaba acabando sin ideas?.
No, no era eso. Era que simplemente no sabía por donde empezar.
Y un poco de eso se debía a que no sabía bien lo que quería escribir.
Recordó que dentro de poco volvería a la rutina. Y eso lo haría ver cosas nuevas.
Las vacaciones le estaban cayendo pesadas. Solía sentirse un poco agobiado dentro de ese hogar, por lo que salía siempre que podía. Le agradaba estar solo. Y al mismo tiempo le resultaba muy triste.
Pensó en ir a... no, esperá, Tin, son las 1:14 A.M, ¡Ni se te ocurra!.
¿Mañana?.
Tampoco.
En ese momento comenzó "Summer '78". Música mas adecuada, imposible.
Recordaba esa casa con olor a hogar en la que había sido tan feliz y en la que había pasado innumerables noches.
Todo esto había desaparecido.
Una casa que se sostenía sobre dos columnas.
Una de ellas había caído subitamente una tarde. Una tarde soleada... y fea.
La otra... la otra había permanecido en pie, pero se desquebrajaba por dentro.
Finalmente él le dio una patada y la feliz columna cayó.
Nunca más violvió a esa casa.
¿Qué decía ella?.
Que debía encontrar nuevos amigos.
Pero no quería nuevos amigos... ni tampoco se imaginaba con nuevos amigos.
Aún asi, él sabía que el hecho de andar por ahi de la mano de si mismo, solo porque había perdido la companía de sus dos grandes amigos, era tonto. La vida sigue. La gente viene y va.
Dentro de poco retomaría sus actividades.
La escuela, el conservatorio, scoutismo.
Todo aquello que le hacía sentir un poquito mejor. Y que lo arrancaba de esa vida monocromática.
Aunque eso lo mantendría ocupado durante mucho tiempo. Necesitaba tiempo para si mismo. Y también para ella.
Ella era la que hacía sus días un poco mas soportables, a veces sin saberlo.
¿Como la había conocido?.
Lo recordaba perfectamente bien.
Ese día no había prestado atención a lo que, sin duda, se convertiría en una de sus aventuras mas vertiginosas y agradables.
Habían pasado por tanto juntos... peleas, risas, llantos. Por ella había pasado noches sin dormir, ya sea sonriendo o llorando.
Recordó aquél cumpleaños suyo en que creyó que ya no la volvería a ver. Que solo sus mejillas mortalmente pálidas le recordarían la sombra de aquello que fue.
Y ahora...
...y ahora "la cosa" se había "puesto peluda".
Baja autoestima.
Siempre.
Siempre había tenido baja autoestima.
Y eso había hecho las cosas dificiles. Porque nadie puede soportar a alguien con baja autoestima durante cinco años. Menos si se lo ama.
Pero a fin de cuentas... ¿no seguía ella allí?.
¿No seguía él allí?.
Claro, la cosa se había puesto ridiculamente peluda, si.
Notó como una lágrima se deslizaba por su mejilla. Querer tanto a alguien... era tan lindo.
Notó una punzada de hambre. Pero no quería comer.
Diablos, ¿Porqué no?.
Porque no. Y ya. No hagas preguntas.
viernes, 20 de febrero de 2009
I think, therefore I realize
Quizá nunca alcancemos ese instante obtuso y desesperante en el que logramos saber que nos depara el futuro.
Con un poco de suerte la vida siempre acabará trayéndonos una nueva sorpresa.
A veces siento que la música que compone mi vida se acelera de forma muy suave y es en esos momentos cuando simplemente quiero dejarme caer y escucharla.
A veces ocurre una distorsión en el tiempo:
Estoy lejos de casa. Un chico que ha nacido el 12 de octubre de 1991 se encuentra a varios kilómetros de casa. Súbitamente todo se encadena para traerle un recuerdo. El vuelo de las aves, el olor a hierba, el color del cielo, las lágrimas que intentan escapar de sus ojos. Todo le recuerda a una chica que ha nacido a miles de kilómetros de donde él está en este momento, un tres de agosto de 1992. Y sentándose en un banco se pregunta porqué esa fecha le causa tanta ternura.
Todos acabamos comprendiendo que lo que denominamos comúnmente como "cumpleaños" es la celebración de aquél día en que nacimos.
En un hondo suspiro él celebra silenciosamente aquél tres de agosto.
De un instante a otro las cosas se desencadenan, y se rompe una cruel monotonía.
La noche cae para revelar los recuerdos y los besos que vuelan buscando su destinatario.
¿Qué pasaría si dos personas se proponen a quebrantar todas las reglas habidas y por haber?.
¿Qué pasaría si dos personas se proponen lanzar una moneda al aire pero ignorar de que lado cae?
¿Que sucederá cuando esa antigua singularidad que goza de oprimir el pecho sea simplemente cosa del pasado?.
¿Pero que pasaría si todo esto se detiene ante el avance de la razón y un orden estipulado para encadenar los labios?.
¿Qué pasaría si los mas maravillosos cuentos de hadas son solo una lisonja de lo que nadie puede lograr?.
¿Podría ser entonces que dos personas entrelacen sus manos y rompan el espejo que refleja su propia soledad?.
Con un poco de suerte la vida siempre acabará trayéndonos una nueva sorpresa.
A veces siento que la música que compone mi vida se acelera de forma muy suave y es en esos momentos cuando simplemente quiero dejarme caer y escucharla.
A veces ocurre una distorsión en el tiempo:
Estoy lejos de casa. Un chico que ha nacido el 12 de octubre de 1991 se encuentra a varios kilómetros de casa. Súbitamente todo se encadena para traerle un recuerdo. El vuelo de las aves, el olor a hierba, el color del cielo, las lágrimas que intentan escapar de sus ojos. Todo le recuerda a una chica que ha nacido a miles de kilómetros de donde él está en este momento, un tres de agosto de 1992. Y sentándose en un banco se pregunta porqué esa fecha le causa tanta ternura.
Todos acabamos comprendiendo que lo que denominamos comúnmente como "cumpleaños" es la celebración de aquél día en que nacimos.
En un hondo suspiro él celebra silenciosamente aquél tres de agosto.
De un instante a otro las cosas se desencadenan, y se rompe una cruel monotonía.
La noche cae para revelar los recuerdos y los besos que vuelan buscando su destinatario.
¿Qué pasaría si dos personas se proponen a quebrantar todas las reglas habidas y por haber?.
¿Qué pasaría si dos personas se proponen lanzar una moneda al aire pero ignorar de que lado cae?
¿Que sucederá cuando esa antigua singularidad que goza de oprimir el pecho sea simplemente cosa del pasado?.
¿Pero que pasaría si todo esto se detiene ante el avance de la razón y un orden estipulado para encadenar los labios?.
¿Qué pasaría si los mas maravillosos cuentos de hadas son solo una lisonja de lo que nadie puede lograr?.
¿Podría ser entonces que dos personas entrelacen sus manos y rompan el espejo que refleja su propia soledad?.
lunes, 2 de febrero de 2009
La rûe
Cuando entré a la biblioteca, supe que quizá habíamos llevado todo demasiado lejos.
Corrí entre las estanterías, oyendo una melodía desesperada que subía y bajaba. Una melodía sin sentido, como si alguien intentara suicidar a la música misma.
Tras un largo pastillo lo vi, de pie junto al piano. Me acerqué sin saber que esperar, con Laurent siguiendo mis pasos.
Al llegar a la pequeña estancia, la imagen que se desplegaba ante mis ojos era aterradora.
Efectivamente era él, con un violín entre sus dedos, encogido como un animal herido, tocando enloquecidamente como si no hubiera cordura posible que pudiera calmar su angustia. Su música era indescriptible, sentí que podría enloquecer si intentaba comprender.
Avancé unos pasos hacia él, Laurent me tomó del brazo, impidiéndome proseguir.
- No te acerques... mira- susurró, como si temiera interrumpir al músico.
Escruté su rostro... en tanto su cuerpo se sacudía angustiosamente, por sus mejillas rodaba una cascada de lágrimas. Lloraba. Estaba llorando.
La música comenzó a volverse mas rápida y mas desesperada, cada segundo que transcurría su angustia aumentaba, podía sentirlo perfectamente, podía verlo en su cuerpo.
- Si no hacemos algo rápido...- comencé, sin saber como acabar esa frase.
Mi voz pareció despertarlo de su sopor, suavemente abrió sus ojos inundados en lágrimas y me dirigió una mirada que no supe como interpretar. No sabía si era una mirada de reproche, o si me recordaba que me quería, o si me declaraba un odio eterno, o simplemente confesaba un odio hacia si mismo.
Subitamente su mano se aflojó y la melodía acabó de forma descontrolada. Dejó caer su brazo. Depositó con suavidad el violin sobre el piano, junto a él, y cayó desprolijamente entre los libros.
Corrí entre las estanterías, oyendo una melodía desesperada que subía y bajaba. Una melodía sin sentido, como si alguien intentara suicidar a la música misma.
Tras un largo pastillo lo vi, de pie junto al piano. Me acerqué sin saber que esperar, con Laurent siguiendo mis pasos.
Al llegar a la pequeña estancia, la imagen que se desplegaba ante mis ojos era aterradora.
Efectivamente era él, con un violín entre sus dedos, encogido como un animal herido, tocando enloquecidamente como si no hubiera cordura posible que pudiera calmar su angustia. Su música era indescriptible, sentí que podría enloquecer si intentaba comprender.
Avancé unos pasos hacia él, Laurent me tomó del brazo, impidiéndome proseguir.
- No te acerques... mira- susurró, como si temiera interrumpir al músico.
Escruté su rostro... en tanto su cuerpo se sacudía angustiosamente, por sus mejillas rodaba una cascada de lágrimas. Lloraba. Estaba llorando.
La música comenzó a volverse mas rápida y mas desesperada, cada segundo que transcurría su angustia aumentaba, podía sentirlo perfectamente, podía verlo en su cuerpo.
- Si no hacemos algo rápido...- comencé, sin saber como acabar esa frase.
Mi voz pareció despertarlo de su sopor, suavemente abrió sus ojos inundados en lágrimas y me dirigió una mirada que no supe como interpretar. No sabía si era una mirada de reproche, o si me recordaba que me quería, o si me declaraba un odio eterno, o simplemente confesaba un odio hacia si mismo.
Subitamente su mano se aflojó y la melodía acabó de forma descontrolada. Dejó caer su brazo. Depositó con suavidad el violin sobre el piano, junto a él, y cayó desprolijamente entre los libros.
viernes, 30 de enero de 2009
Deep silence
- No hay gran diferencia entre la hierba y el mar- pensé en voz alta.
Me encontraba encaramado en lo alto del muro que rodeaba al monasterio. Un viento intenso y agradable soplaba golpeando mi cara y agitando mi manto. El olor del incienso aún adherido a mis ropas, entonaba una dulce sonata al compás del séfiro.
El sol comenzaba a ocultarse, cercano a rozar sus labios contra el horizonte. Solté un profundo suspiro, que se confundió entre el viento y desapareció hasta morir.
- ¿Qué te hace pensar eso?- murmuró una voz suave a mis espaldas.
No fue necesario voltearme, conocía demasiado bien aquella voz tierna y cariñosa, inspiradora de confianza, como para creer necesario el escrutar el rostro que la acompañaba.
Aplacando la alocada danza de mi manto con una mano, estiré la otra hacia abajo. Noté como una mano amiga la estrechaba con fuerza y la usaba de sostén para subir al muro. Un aroma suave y hogareño acompañaba al muchacho que, con cuidado, se sentaba a mi lado.
Cerré los ojos durante un momento, intentando plasmar aquellos detalles en mi memoria. Su sonrisa cálida y afectuosa, el contorno de su rostro, sus ojos atentos, escrutando el horizonte. El rostro de un amigo valía mas que la luz de mil soles.
- Mirá como se agita la hierba, allá abajo- dije, en respuesta a su pregunta, señalando hacia la larga hierba que crecía en los campos que rodeaban al monasterio.
Nos asomamos para contemplar mejor como la hierba danzaba al viento.
- Me recuerda tanto a las olas del mar- murmuré.
Sin poder contenerme un segundo mas, volví a suspirar. El sol había alcanzado por fin el filo del horizonte, y ahora moría en un abrazo eterno, sangrando a la vez que la noche se extendía como un amante por sobre el mundo.
- Puede ser...- murmuró, asintiendo con la cabeza.
Le miré de reojo por un instante, el pelo comenzaba a crecerle nuevamente. Me pregunté si lo mismo me estaría sucediendo a mi.
- ¿Cuando fue la primera vez que nos sentamos acá?- preguntó distraído.
Intenté concentrarme, apartar mi mente durante un momento del enternecedor espectáculo que ofrecía la muerte del sol.
- Hace ciento trece años- dije, por fin.
Nos miramos durante unos segundos, para estallar en carcajadas.
Intentando no caer, refrené mi risa y me incorporé. Podría caminar media hora antes de que la forma de los muros se volviera insalvable.
- ¿Vas a caminar?- preguntó su voz, alsándose por sobre mis pensamientos.
- Me apetece un poco mas volar. El viento es demasiado tentador- reconocí con una sonrisa.
Me voltée para verle abrir la boca, pero todo cayó a pedazos en ese instante.
Abri mis ojos, notando como comenzaban a llenarse de lágrimas.
El monasterio había desaparecido.
Mi manto se había volado tras un cruel viento que olía a desesperación.
Miré mis manos... el mudo recuerdo de la piel joven.
A mi alrededor... una imagen de mis ojos, rota en mil fragmentos, me miraba burlonamente.
En mi mochila reposaba una carta que jamás había entregado.
La contemplé durante unos instantes.
A sabiendas de que ya no podría volver al monasterio, dejé caer una lágrima sobre el papel blanco inmaculado. Todas mis emociones contenidas en una lágrima. Todas mis lágrimas contenidas en una emoción.
Suspiré, sin poder contenerme. Incluso los suspiros habían cambiado. Como vidrio molido, enceguecían mis pulmones.
No me molesté en buscarlo con la mirada.
No me molesté en tender una mano que nadie necesitaba.
No me molesté en apreciar el mudo sacrificio del sol, porque apenas pasaba del mediodía.
No me molesté en volver a pensar en como sería si...
Simplemente no me molesté.
A lo lejos veía pasar una figura distante. Definitivamente había despertado.
Me encontraba encaramado en lo alto del muro que rodeaba al monasterio. Un viento intenso y agradable soplaba golpeando mi cara y agitando mi manto. El olor del incienso aún adherido a mis ropas, entonaba una dulce sonata al compás del séfiro.
El sol comenzaba a ocultarse, cercano a rozar sus labios contra el horizonte. Solté un profundo suspiro, que se confundió entre el viento y desapareció hasta morir.
- ¿Qué te hace pensar eso?- murmuró una voz suave a mis espaldas.
No fue necesario voltearme, conocía demasiado bien aquella voz tierna y cariñosa, inspiradora de confianza, como para creer necesario el escrutar el rostro que la acompañaba.
Aplacando la alocada danza de mi manto con una mano, estiré la otra hacia abajo. Noté como una mano amiga la estrechaba con fuerza y la usaba de sostén para subir al muro. Un aroma suave y hogareño acompañaba al muchacho que, con cuidado, se sentaba a mi lado.
Cerré los ojos durante un momento, intentando plasmar aquellos detalles en mi memoria. Su sonrisa cálida y afectuosa, el contorno de su rostro, sus ojos atentos, escrutando el horizonte. El rostro de un amigo valía mas que la luz de mil soles.
- Mirá como se agita la hierba, allá abajo- dije, en respuesta a su pregunta, señalando hacia la larga hierba que crecía en los campos que rodeaban al monasterio.
Nos asomamos para contemplar mejor como la hierba danzaba al viento.
- Me recuerda tanto a las olas del mar- murmuré.
Sin poder contenerme un segundo mas, volví a suspirar. El sol había alcanzado por fin el filo del horizonte, y ahora moría en un abrazo eterno, sangrando a la vez que la noche se extendía como un amante por sobre el mundo.
- Puede ser...- murmuró, asintiendo con la cabeza.
Le miré de reojo por un instante, el pelo comenzaba a crecerle nuevamente. Me pregunté si lo mismo me estaría sucediendo a mi.
- ¿Cuando fue la primera vez que nos sentamos acá?- preguntó distraído.
Intenté concentrarme, apartar mi mente durante un momento del enternecedor espectáculo que ofrecía la muerte del sol.
- Hace ciento trece años- dije, por fin.
Nos miramos durante unos segundos, para estallar en carcajadas.
Intentando no caer, refrené mi risa y me incorporé. Podría caminar media hora antes de que la forma de los muros se volviera insalvable.
- ¿Vas a caminar?- preguntó su voz, alsándose por sobre mis pensamientos.
- Me apetece un poco mas volar. El viento es demasiado tentador- reconocí con una sonrisa.
Me voltée para verle abrir la boca, pero todo cayó a pedazos en ese instante.
Abri mis ojos, notando como comenzaban a llenarse de lágrimas.
El monasterio había desaparecido.
Mi manto se había volado tras un cruel viento que olía a desesperación.
Miré mis manos... el mudo recuerdo de la piel joven.
A mi alrededor... una imagen de mis ojos, rota en mil fragmentos, me miraba burlonamente.
En mi mochila reposaba una carta que jamás había entregado.
La contemplé durante unos instantes.
A sabiendas de que ya no podría volver al monasterio, dejé caer una lágrima sobre el papel blanco inmaculado. Todas mis emociones contenidas en una lágrima. Todas mis lágrimas contenidas en una emoción.
Suspiré, sin poder contenerme. Incluso los suspiros habían cambiado. Como vidrio molido, enceguecían mis pulmones.
No me molesté en buscarlo con la mirada.
No me molesté en tender una mano que nadie necesitaba.
No me molesté en apreciar el mudo sacrificio del sol, porque apenas pasaba del mediodía.
No me molesté en volver a pensar en como sería si...
Simplemente no me molesté.
A lo lejos veía pasar una figura distante. Definitivamente había despertado.
lunes, 26 de enero de 2009
La chute
Respira hondo.
Una...
Dos...
Tres veces.
Nada cambia, vuelve a respirar y los labios comienzan a temblar desconsoladamente. Mordiendolos nota como las lágrimas bajan por sus mejillas.
Intenta llegar hasta su cama, pensando en que jamás lo logrará. Finalmente se hecha sobre un huracan de mantas y promesas vacías. Cae sobre el colchón de cualquier manera y su cara se contrae mientras un torrente de amargura emerge, sumiendo el mundo en un aroma salado.
Busca posibles soluciones.
Hacer algo de té.
Escribir un poco.
Dibujar.
Llorar un poco mas, esperando sentirse mejor.
Nada parece lo suficientemente bueno como para atenuar la amargura que se revuelve en su interior.
El pequeño reloj digital de la mesa emite un pitido. Doce de la noche. Teoricamente un nuevo día comienza.
Estira la mano y atrae el reloj a su cara. Entre las lágrimas que empañan sus ojos puede ver que, irónicamente, marca "12/10/08"
- Feliz cumpleaños- se susurra a si mismo.
Deposita el reloj nuevamente sobre la mesita de luz abarrotada de libros y deja caer su brazo. Las lágrimas ya no salen. Todo es tan triste que las lágrimas ya no salen.
Subitamente las cosas dejan de ser tristes para convertirse en algo mas. Algo que no sabe distinguir.
Se sienta en su escritorio, toma una lapicera de tinta negra, gastada. Una hoja en blanco.
"Feliz cumpleaños, Martín… bienvenido al primer día de tu muerte.
Soy la desesperación de Martín, soy el miedo latente que espera por emerger en un grito.
Soy el corazón de Martín, me detengo y mato a Martín. Literalmente, la vida biológica de Martín está en mis manos.
Soy el cáncer de colon de Jack…
Soy el suspiro torcido de quien no sabe como llorar.
Empiezas tu cumpleaños de la forma más rara posible.
La piedra increíblemente inestable se sostiene sobre una base pequeña, y por eso es increíblemente inestable, y es como muchas cosas….
…cuando menos lo esperas sea cae.
No te das cuenta, casi no lo ves, cae aplastando tu carpa, y suerte si no estabas dentro, que te vaya bien, ya no tenés carpa.
Soy el labio inferior de Martín… Martín me muerde porque se siente mal.
Me voy y vuelvo, nadie se da cuenta, los rollos cambian y la película sigue, nadie lo nota. Poné algo en ese instante muerto y nadie lo va a ver.
Poneme a mí en ese instante muerto y nadie me va a ver.
Poné una lágrima en ese instante muerto y nadie la va a ver.
Querés volver, pero no podés… y eso no te importa, te sientes mal.
Quiere que jueges básicamente, pero tu no puedes, hay algo que no está enlistado en la enciclopedia… hay algo que no existe… recorre el mundo y pregunta a los niños qué quieren ser de grandes. Hay algo que recorre el mundo y nadie sabe que es. Nadie lo ha visto.
Y si nadie lo ha visto, nadie lo amará.
Y si nadie lo ha visto, nadie lo recordará.
Salvo un grupo de niños que notan que Algo está semioculto tras tres árboles que crecen haciendo un cerrado triangulo. Un grupo de niños que ve a Algo llorando, y lo invitan a jugar a la pelota.
“Algo flyes away, dreams the world, far away… in this cruel children’s game, there’s no friend to call your name”.
Soy el sentimiento de Algo, que se manifiesta en una pregunta:
¿Porqué?"
Deja caer la lapicera. Intenta a recordar los sucesos de aquella noche.
El viento se levanta, agita las cortinas, la caja vacía del violin cae y se abre... y susurra toda la verdad.
Las imágenes danzan en torno suyo.
No puede recordar nada de lo que sucedió aquella noche.
Una melodía de piano entrevuela por sobre las emociones perdidas, destinadas a aquellos que se han librado de una noche mas de insomnio, abrazados bajo las mantas.
Las notas se superponen unas a otras, no dejan espacio al silencio, nada es tranquilidad, nada es posible sin un breve instante de silencio. Nada.
- Vos imaginate que la persona que mas amás muere en tus brazos- le susurra a la luna, lunita sonriente mas allá de su ventana.
- Vos imaginate que la ves morir y no podés hacer nada al respecto-
"A veces me gustaría que te imaginaras un mundo en que el amor puede formar puentes un poquito mas largos. Es un puente por la mitad. Un puente que no lleva a ningún lugar. Un puente sin acabar. Un puente que se detiene a la mitad del vacío. Un puente que no lleva a ningún lado" escribe.
Subitamente su mano tiembla incontrolablemente y lanzando un feroz grito de angustia tacha todo lo escrito, y asi sigue hasta destrozar la hoja y manchar el escritorio de tinta.
Se deja resbalar poco a poco de la silla hasta que cae el suelo. Ahí se queda, abrazandose las piernas. Soñando con aquellos abrazos de caramelo que sobrevivían a toda angustia. Recordando aquellas noches en vela en que, susurrando, le confesaba que sus ojos eran capaces de borrar todos los problemas de este mundo.
Suelta un hondo suspiro. Se levanta. Quizá le venga bien un poco de té.
Una...
Dos...
Tres veces.
Nada cambia, vuelve a respirar y los labios comienzan a temblar desconsoladamente. Mordiendolos nota como las lágrimas bajan por sus mejillas.
Intenta llegar hasta su cama, pensando en que jamás lo logrará. Finalmente se hecha sobre un huracan de mantas y promesas vacías. Cae sobre el colchón de cualquier manera y su cara se contrae mientras un torrente de amargura emerge, sumiendo el mundo en un aroma salado.
Busca posibles soluciones.
Hacer algo de té.
Escribir un poco.
Dibujar.
Llorar un poco mas, esperando sentirse mejor.
Nada parece lo suficientemente bueno como para atenuar la amargura que se revuelve en su interior.
El pequeño reloj digital de la mesa emite un pitido. Doce de la noche. Teoricamente un nuevo día comienza.
Estira la mano y atrae el reloj a su cara. Entre las lágrimas que empañan sus ojos puede ver que, irónicamente, marca "12/10/08"
- Feliz cumpleaños- se susurra a si mismo.
Deposita el reloj nuevamente sobre la mesita de luz abarrotada de libros y deja caer su brazo. Las lágrimas ya no salen. Todo es tan triste que las lágrimas ya no salen.
Subitamente las cosas dejan de ser tristes para convertirse en algo mas. Algo que no sabe distinguir.
Se sienta en su escritorio, toma una lapicera de tinta negra, gastada. Una hoja en blanco.
"Feliz cumpleaños, Martín… bienvenido al primer día de tu muerte.
Soy la desesperación de Martín, soy el miedo latente que espera por emerger en un grito.
Soy el corazón de Martín, me detengo y mato a Martín. Literalmente, la vida biológica de Martín está en mis manos.
Soy el cáncer de colon de Jack…
Soy el suspiro torcido de quien no sabe como llorar.
Empiezas tu cumpleaños de la forma más rara posible.
La piedra increíblemente inestable se sostiene sobre una base pequeña, y por eso es increíblemente inestable, y es como muchas cosas….
…cuando menos lo esperas sea cae.
No te das cuenta, casi no lo ves, cae aplastando tu carpa, y suerte si no estabas dentro, que te vaya bien, ya no tenés carpa.
Soy el labio inferior de Martín… Martín me muerde porque se siente mal.
Me voy y vuelvo, nadie se da cuenta, los rollos cambian y la película sigue, nadie lo nota. Poné algo en ese instante muerto y nadie lo va a ver.
Poneme a mí en ese instante muerto y nadie me va a ver.
Poné una lágrima en ese instante muerto y nadie la va a ver.
Querés volver, pero no podés… y eso no te importa, te sientes mal.
Quiere que jueges básicamente, pero tu no puedes, hay algo que no está enlistado en la enciclopedia… hay algo que no existe… recorre el mundo y pregunta a los niños qué quieren ser de grandes. Hay algo que recorre el mundo y nadie sabe que es. Nadie lo ha visto.
Y si nadie lo ha visto, nadie lo amará.
Y si nadie lo ha visto, nadie lo recordará.
Salvo un grupo de niños que notan que Algo está semioculto tras tres árboles que crecen haciendo un cerrado triangulo. Un grupo de niños que ve a Algo llorando, y lo invitan a jugar a la pelota.
“Algo flyes away, dreams the world, far away… in this cruel children’s game, there’s no friend to call your name”.
Soy el sentimiento de Algo, que se manifiesta en una pregunta:
¿Porqué?"
Deja caer la lapicera. Intenta a recordar los sucesos de aquella noche.
El viento se levanta, agita las cortinas, la caja vacía del violin cae y se abre... y susurra toda la verdad.
Las imágenes danzan en torno suyo.
No puede recordar nada de lo que sucedió aquella noche.
Una melodía de piano entrevuela por sobre las emociones perdidas, destinadas a aquellos que se han librado de una noche mas de insomnio, abrazados bajo las mantas.
Las notas se superponen unas a otras, no dejan espacio al silencio, nada es tranquilidad, nada es posible sin un breve instante de silencio. Nada.
- Vos imaginate que la persona que mas amás muere en tus brazos- le susurra a la luna, lunita sonriente mas allá de su ventana.
- Vos imaginate que la ves morir y no podés hacer nada al respecto-
"A veces me gustaría que te imaginaras un mundo en que el amor puede formar puentes un poquito mas largos. Es un puente por la mitad. Un puente que no lleva a ningún lugar. Un puente sin acabar. Un puente que se detiene a la mitad del vacío. Un puente que no lleva a ningún lado" escribe.
Subitamente su mano tiembla incontrolablemente y lanzando un feroz grito de angustia tacha todo lo escrito, y asi sigue hasta destrozar la hoja y manchar el escritorio de tinta.
Se deja resbalar poco a poco de la silla hasta que cae el suelo. Ahí se queda, abrazandose las piernas. Soñando con aquellos abrazos de caramelo que sobrevivían a toda angustia. Recordando aquellas noches en vela en que, susurrando, le confesaba que sus ojos eran capaces de borrar todos los problemas de este mundo.
Suelta un hondo suspiro. Se levanta. Quizá le venga bien un poco de té.
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